La profesora Mercedes Moreno ha inculcado a tres generaciones de carabobeños, la importancia no sólo de acumular mecánicamente conocimientos, sino de adquirir aprendizajes útiles para ser personas más felices y útiles para nuestro entorno.
Comenzó sus labores docentes en el año 1965, en el Colegio Evangélico de Puerto Cabello, entusiasmada con el proceso de formación de una amiga que cursaba estudios en la escuela normal Simón Rodríguez de Valencia. Cuando cursaba el tercer año de bachillerato pensaba ser ingeniera, le llamaba la atención especialmente la química, pero como muchos, las dificultades con los números, fórmulas y procedimientos hicieron que cambiara de opinión. Tenía dieciocho años cuando decide darle un nuevo rumbo a su vida, y hacer equivalencias para convertirse en maestra.
Valores alterados
Siguiendo la citada máxima de Simón Rodríguez, la profesora Mercedes considera que uno de los mayores problemas que afectan al proceso educativo de los alumnos en la actualidad es la falta de participación de los padres, en la formación de los niños dejando toda esa responsabilidad en el maestro, o en peores consejeros como la televisión, el internet o la calle.
Recuerda que en su infancia aprendió a leer por voluntad propia, atraída por los contenidos que se encontraban en los libros de su primer hogar en el populoso sector de La Pastora en Valencia, donde ha permanecido toda su vida.
“No veíamos televisión, porque ni siquiera había llegado para esa época”, relata. No acepta la excusa de la falta de tiempo y el exceso de trabajo, porque su padre siempre estuvo pendiente de su educación, sin dejar de atender su trabajo.
“Lo que hay es falta de interés, porque tiempo siempre hay”, agrega. Y señala que ese desinterés redunda en la pérdida de valores que hay en la actualidad. “Ahora los niños son poco respetuosos con sus padres y maestros, malhablados y se juegan entre ellos de maneras inapropiadas”, y señala que esta situación era impensable en su época de estudiante o sus primeros años de docencia.
Esta desafortunada circunstancia ha influido en la actual pérdida de valores que -a su juicio- hay en la niñez y juventud venezolanas, principalmente el respeto, que es considerado pilar fundamental en el desarrollo del individuo que se quiere formar para el futuro.
Vigentes lecciones
En la actualidad, la docente está a cargo del centro de computación y la biblioteca del Colegio Clorinda Azcunes, en la urbanización La Esmeralda del municipio San Diego, plantel al que llegó desde 1989, cuando esta institución aún funcionaba en el centro de Valencia.
Aún no ha podido jubilarse, porque tiene “apenas” 17 años en una institución adscrita al Ministerio de Educación. Sin embargo, su aprendizaje aún no ha concluido, porque hace poco realizó varios cursos de computación para “adaptarse a los nuevos tiempos”, y poder utilizar esas herramientas en su labor de enseñanza.
A pesar de esa “modernidad” que ha adquirido, y de la que muchas personas se asombran, considera que estas nuevas opciones tecnológicas aún no sustituyen a la lectura y las lecciones de maestros y padres.
Su mística de trabajo ha influenciado en sus colegas, quienes se ven influenciadas por su ejemplo de vocación. Mercedes es ese tipo de maestra que aún se preocupa por cómo vienen presentados sus alumnos; revisa sus zapatos y el estado de su ropa, y los presiona para que se sienten derechos y guarden la compostura.
¿La mayor satisfacción que recibe de su trabajo?
Encontrarse con ex alumnos ya adultos, que se han convertido en hombres y mujeres de bien. Doctores, abogados, enfermeras, ingenieros, amas de casa, pastores evangélicos: gente que ha sabido valorar el trabajo que la profesora Mercedes ha realizado (y seguirá realizando) para formar (no sólo instruir) a la niñez y la juventud valenciana.
Fuente: Revista Paréntesis - Diario El Carabobeño (Edición del Domingo 10 de Septiembre de 2006)
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