Hablar con la poeta venezolana Elizabeth Schön es un privilegio por la paz y la sencilla sabiduría que sus palabras transmiten. Y su libro más reciente, Visiones extraordinarias, refleja esas sensaciones. Un libro en el que dos temas se reiteran constantemente: Dios y el amor.
"Eso que está allí -Schön señala el libro- es verdad. Yo estaba sentada en esta silla, tenía al lado una estrella, y cuando me volteé tenía al otro lado otra estrella. Yo tenía los ojos abiertos, porque no quería que fuera fantasía sino realidad. Me vi parada sobre una enorme hoja de zinc, y me dijeron: "Tú estás en el presente, en el futuro y en el presente; en lo infinito y lo finito". Agrega que Schön que fue una voz la que escuchó. "Yo no tenía miedo, y de pronto volví a mi cama otra vez".
Relata que de pronto sintió ruidos, como de quien anda por ahí a medianoche. Tanta fue la insistencia, que se sentó en la cama, y entonces preguntó "¿Quién está allí, que no me dejas dormir? ¿y sabes lo que me contestaron?. "Yo soy Dios". Sí, era una vocecita bella, dulce, de hombre. Me acosté porque me quedé sorprendida. Luego, cuando me di cuenta estaba en el cielo, y desde arriba vi la Tierra dando vueltas, y los astros. Me quedé en la inmensidad, sola. ¿Qué va a ser de mí? No, yo me voy para mi cuarto, y cuando hice ese esfuerzo me encontré en mi cama, y allí estaba mi perrita, viéndome, como preguntando dónde estabas tú".
Luego de esas visiones, Schön escribió el libro. "Fueron visiones que yo tuve".
Para cumplir con su oficio escritural tomó lápiz y papel, porque "nadie sabe lo importante que es el lápiz y el papel: resisten la palabra, porque la palabra es lo más grande que ha hecho el hombre".
Para quien no conoce la poesía de Elizabeth Schön, le parecerá extraño este relato. Sin embargo, su trabajo está impregnado de esa profundidad espiritual, mística, de cercanía con Dios. "Siempre ha sido así, desde que tenía cuatro años. No creo que las cosas nazcan, sino que están allí desde cuando uno está chiquito y se desarrollan después en ti".
Por eso la autora ve esta publicación diferente, "porque nunca había tratado a Dios, y a mí me gusta que las cosas que uno dice salgan de adentro, de donde uno no sabe cuál es ese adentro, que se pierde en el infinito. Tengo dos años enferma (trombosis) pero mi cabeza sigue creando", y asiente con toda su vehemencia que "la poesía es la que transforma toda la realidad, hasta la cotidiana, todo eso lo transforma en poesía. La poesía es la que hace todo bello, porque nosotros estamos acostumbrados a decir: "eso es feo", pero ¿por qué? Véalo un rato, tranquilo, y la belleza sigue apareciendo sola. No hay cosa fea, porque la naturaleza es bella y uno sale de allí, de la naturaleza".
Relata que de pronto sintió ruidos, como de quien anda por ahí a medianoche. Tanta fue la insistencia, que se sentó en la cama, y entonces preguntó "¿Quién está allí, que no me dejas dormir? ¿y sabes lo que me contestaron?. "Yo soy Dios". Sí, era una vocecita bella, dulce, de hombre. Me acosté porque me quedé sorprendida. Luego, cuando me di cuenta estaba en el cielo, y desde arriba vi la Tierra dando vueltas, y los astros. Me quedé en la inmensidad, sola. ¿Qué va a ser de mí? No, yo me voy para mi cuarto, y cuando hice ese esfuerzo me encontré en mi cama, y allí estaba mi perrita, viéndome, como preguntando dónde estabas tú".
Luego de esas visiones, Schön escribió el libro. "Fueron visiones que yo tuve".
Para cumplir con su oficio escritural tomó lápiz y papel, porque "nadie sabe lo importante que es el lápiz y el papel: resisten la palabra, porque la palabra es lo más grande que ha hecho el hombre".
Para quien no conoce la poesía de Elizabeth Schön, le parecerá extraño este relato. Sin embargo, su trabajo está impregnado de esa profundidad espiritual, mística, de cercanía con Dios. "Siempre ha sido así, desde que tenía cuatro años. No creo que las cosas nazcan, sino que están allí desde cuando uno está chiquito y se desarrollan después en ti".
Por eso la autora ve esta publicación diferente, "porque nunca había tratado a Dios, y a mí me gusta que las cosas que uno dice salgan de adentro, de donde uno no sabe cuál es ese adentro, que se pierde en el infinito. Tengo dos años enferma (trombosis) pero mi cabeza sigue creando", y asiente con toda su vehemencia que "la poesía es la que transforma toda la realidad, hasta la cotidiana, todo eso lo transforma en poesía. La poesía es la que hace todo bello, porque nosotros estamos acostumbrados a decir: "eso es feo", pero ¿por qué? Véalo un rato, tranquilo, y la belleza sigue apareciendo sola. No hay cosa fea, porque la naturaleza es bella y uno sale de allí, de la naturaleza".
amhernandez@eluniversal.com
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