lunes, noviembre 13, 2006

Armando Reverón, imágenes de una vida bohemia

La amistad entre el fotógrafo Victoriano de los Ríos y Armando Reverón permitió el retrato fotográfico donde el insigne pintor venezolano queda mostrada en su más pura naturalidad y esencia humana. Una singular muestra donde la fotografía se fusiona con el cuadro para hablar sobre la vida de un bohemio, Armando Reverón, su hecho creativo y su estilo de vida a través de los ojos del fotógrafo Victoriano de los Ríos.

La muestra “Armando Reverón a la luz de Victoriano de los Ríos” se divide en cuatro áreas, comenzando por el núcleo del trabajo donde se puede ver los pasos creativos del pintor, luego el segundo definido “hombre en su soledad” donde muestra a un artista en su momento de meditación, posteriormente el tercer núcleo “Él y su vida de pareja” donde se desnuda la faceta tierna y romántica de este personaje al lado de su esposa Juanita. Por último “Él y sus fantasías” donde el pintor se maneja entre sus sueños y la mirada perdida con la cual levanta el sombrero frente a una cámara fotográfica.
Tal vez la amistad que unía a Armando Reverón y a Victoriano de los Ríos permitió que el fotógrafo retratara la naturalidad del pintor en varias facetas, gráficos que se pasean entre el reporterismo gráfico y el arte de un fotógrafo.
La exposición también incluye una serie de obras del pintor de Macuto donde se muestra sus tres etapas artísticas que van del período Azul, el período Blanco y el Sepia. Para Gregorio Sien, Armando Reverón fue capaz de romper con algunas normas académicas de la pintura para proponer un impresionismo diferente al que se produjo en Alemania y Francia.
Sien destacó que la Galería de Arte Nacional cuenta en su archivo con más de 50 cuadros de Armando Reverón sin incluir sus esculturas, los objetos que utilizó en su taller de pintura y su famosa pajarera.

Imágenes de una vida bohémia

2 comentarios:

  1. Anónimo2:42 p. m.

    Armando Reverón

    Hablar de Armando Reverón es hablar de la luz, de la reverberación: es la luz del trópico. Hablar de sus creaciones, es hablar de sus muñecas, de sus modelos, de sus objetos. Es recordar a Juanita, su compañera y amiga. Nació el 10 de Mayo de 1889, en Caracas-Venezuela, y ese día, se celebra el día del artista plástico en su honor.
    Se inscribe en la Academia de Bellas Artes de Caracas(1908). Luego los viajes a Madrid, Barcelona y Paris (1911 a 1915) lo va a llevar al contacto con las obras impresionistas, como también con las pinturas de Francisco de Goya, Sorolla, y Velásquez. Así, su trabajo, va tomando otro camino, se va enriqueciendo, va recibiendo influencias...
    En sus primeros años tuvo la influencia de los impresionistas, de los artistas europeos que habían llegado a Venezuela en 1916, y andaban en la búsqueda del color tropical; como lo fueron el rumano Samys Mützner, y del pintor ruso Nicolás Ferdinandov, pintor enamorado de los colores del trópico... En las primeras obras de Reverón encontramos similitudes con él. Más adelante, recibe el aporte del pintor franco-venezolano Emilio Boggio, quien había expuestos en París con los impresionistas...
    Después de pasar una temporada en Europa, regresa a Venezuela, expone varias veces con el pintor Rafael Monasterios... el deseo de pintar el mar, las playas, los cocoteros y los uveros lo llevan a pensar que tiene que ir a vivir al litoral. Da clases a señoras y jóvenes pudientes de la Guaira y Maiquetía. Pero piensa que tiene que aislarse. En 1916 después de la muerte de su hermana Josefina, sufre de estados depresivos: La angustia le invade .
    En una fiesta de carnaval,(1919) en La Guaira, conoce a Juanita, quien va a ser su compañera, su amiga, su cómplice, su modelo.. Construye un rancho de bahareque cerca de la playa, y prontamente, comienza “El Castillete”(1922-1924) piedra a piedra, palma a palma; es el escenario ideal, pleno de luz, rodeado de objetos construidos por él, los cuales, forman parte de toda la escenografía, para esa gran pieza de teatro, para ese gran escenario que es su vida, para así poder crear. Se rodea de cosas sencillas, de un universo muy especial construido a la medida de su imaginación y de sus sueños.
    Su mono Pancho y la guacamaya lo acompañaban. Construye sus caballetes, pinceles, pinturas y trabaja sobre tela donde vienen envueltas las mercancías y con materiales de desecho. En la época blanca; el color se hace luz, brilla, invade la superficie, atrás, ha quedado la etapa azul, ya las obras, “La Cueva” y “La Procesión” están lejos, ahora los colores son otros... crisis, angustias y es internado varias veces, y en el tiempo de lucidez la obra esta ahí para dejar testimonio del momento creador, donde los grises y blancos y las líneas ocupan el espacio preciso, la pincelada colocada en su lugar, pinceladas libres y de un toque original.
    Hay una gran creatividad. El color sepia aparece... los objetos construidos: en “La pajarera”, son aves fijadas ahí en su creación, pájaros que no desean salir de esa jaula, porque son libres y que cantan en su armonía de sepias y marrones, objetos hechos con papel, cartón y alambres; teléfonos que no reciben llamadas, silenciosos, sin nunca sonar el timbre, desconectados del mundo exterior. Acordeones sin notas musicales, figuras dibujadas con alambre, en fin, formas libres... los muebles con sus diseños originales y rústicos, las muñecas son sus novias, sus amigas, él es el creador de figuras deformes, de mujeres que no sabemos de donde vienen, pero que él sí sabía su árbol genealógico, mujeres hechas de diferentes materiales, damas para acompañar a Reverón y formar con los objetos: guitarras, tambores, bandolinas, toda una atmósfera lúdica, instrumentos musicales silentes y todos juntos forman un decorado... máscaras, para disfrazar, para transformar no se sabe quien, y el parasol y sus caballetes con su diseños, “hecho en La Guaira”.
    Reverón va a ser el actor principal. Paisajes en blancos, marrones o sepias llenan la superficie; colores colocados con los dedos, con pinceles toscos que dejan testimonio de su inventiva... Es su vida, busca la soledad para crear; sus muñecas son las modelos, pero al mismo tiempo, son doncellas de su taller, guardianas de las obras, son sus “novias”, son las majas Casilda, Isabelita, Graciela, Serafina y otras, construidas o mejor dicho “ nacidas” de él, son hijas de su imaginación; se habla y se especula en la relación afectiva, amorosa y erótica del artista con ellas. Años después, en 1942, sufre otra recaída tras la muerte de su madre...
    ¿Verdad o mentira? O esto forma parte también de la leyenda... ¿anacoreta, eremita, extraño o enfermo mental, paranoico o esquizofrénico?. Pueden ser todas estas cosas juntas, se comenta que miraba el sol directamente para después ir a pintar, que se paseaba por el mercado para impregnarse de los colores de las frutas y verduras y después dejarlos colocados sobre la tela... Pero, antes que todo, fue un creador. Encontramos una continuidad y seguridad en los trazos, hay una gama de colores dentro de ese mundo de objetos que él ha construido; las líneas corretean por la superficie y el pincel deja marcas de pinturas sobre el yute bruto de color ocre y de textura fuerte, colores preparados por él, colores de excrementos de palomas, total: matices, azules, gradaciones de blancos, de grises, gamas de marrones, en fin, colores, mezclados con pigmentos y colas... oleos, tintas y pasteles sobre las superficies vírgenes, las cuales, recibieron diferentes motivos de paisajes, figuras, desnudos, retratos y autorretratos, que llenaron muchas telas y papeles con luminosos colores de este gran artista... obras que son los resultados de todas las experiencias, de los viajes, de los estados anímicos, de las influencias...
    Reverón vivió como lo soñó y lo pensó; existió, para lo que creyó: su arte. Ahí, están sus obras, que día a día se comprenden, se admiran y se valoran cada vez más y más, allende nuestras fronteras...Actualmente, se muestra una retrospectiva de su obra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.(MOMA)
    No obstante, visto por algunos como un loco, por otros como un gran creador, para los artistas como un gran maestro... el tiempo ha pasado y hoy, miramos y admiramos a Armando Reverón y recuerdo como si fuese ayer el momento en que un día quise ver, conocer, y pasearme por ese lugar donde él vivió, donde sintió depresiones y angustias; pero sobre todo el lugar que construyó para crear al lado de su gran musa Juanita. Otra crisis en 1953 y es internado de nuevo, en el Sanatorio del Dr. Baez Finol, quien se ocupa de él. Le otorgan el Premio Nacional de Pintura en 1953. Muere Armando Reverón el 17 de Septiembre de 1954.
    Hoy recuerdo ese domingo pleno de sol, por allá en la década de los sesenta, cuando fui a Macuto cerca al “Bar Quince Letras”, en el litoral venezolano, para disfrutar, sentir, enriquecerme, conocer y llegarme hasta ese espacio tan especial como lo fue “El Castillete”, lugar donde Armando Reverón capturó la luz y dejó su creatividad plasmadas en las telas, en papeles, en muchos objetos y sobre todo en sus queridas y amadas muñecas... espacio donde hizo “su teatro” cuando alguien venía a visitarlo... así fue el gran maestro Armando Reverón...

    Esteban Castillo
    Estebancastil26@hotmail.com

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  2. Anónimo7:07 p. m.

    Actualmente estoy en una obra de teatro o mejor dicho en un performance sobre armando reveron escrita y dirigida por julio guerrero... soy armndo reveron en la obra es muy buena aunque me gustaria saber un poco mas sobre su personalida ya que en la obra esta plasmado los puntos mas importantes de su vida y de sus tres períodos de azul, blanco y sepia...
    jose colmenarez

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