Nadie vio venir la sorpresa, aunque casi nadie pareció lamentarla. La película Desde allá, ópera prima del cineasta venezolano Lorenzo Vigas, fue galardonada ayer, contra todo pronóstico, con el León de Oro en la Mostra de Venecia.
Tras diez jornadas de aleccionadores filmes en los que la guerra, el crimen y el amor tomaron la batuta, el director Lorenzo Vigas recibió este sábado 12 de septiembre, el León de Oro, máximo galardón de la cita, por el filme Desde Allá, una historia que cuenta la relación entre un hombre de 50 años y un joven caraqueño, líder de una banda criminal, en una de las cintas que refleja la violencia y el dolor de la última década del territorio venezolano.
Ante un jurado presidido por el cineasta mexicano Alfonso Cuarón junto a figuras del cine mundial como Elizabeth Banks, Emmanuel Carrère, Nuri Bilge Ceylan, Hou Hsiao-hsien, Diane Kruger, Francesco Munzi, Pawel Pawlikowski and Lynne Ramsey,Desde Allá destacó entre las 21 películas que estaban en competencia, de las cuales la crítica elogió, en primer término, aRabin: The Last Day, de Amis Gitai, sobre el asesinato de un ex primer ministro israelí; también a Blood of My Blood, una cinta de vampiros de Marco Bellocchio, y a la película de animaciónAnomalisa, del ganador del Oscar Charlie Kaufman.
Sin embargo, entre el jueves 10 y el viernes 11 de septiembre, críticos especializados de Estados Unidos, América Latina y Europa aplaudieron al largometraje venezolano desde las páginas de sus publicaciones, lo que en definitiva le dio un impulso final a un relato profundo e íntimo, y al mismo tiempo, muy universal pues es un retrato que aborda temas como la paternidad, la homosexualidad y diversos problemas sociales.
Desde Allá es la primera película venezolana (en coproducción con México) que participa en competencia en el Festival de Venecia, el cual es el de mayor data en el mundo. Este filme está protagonizado por el chileno Alfredo Castro y el venezolano Luis Alejandro Silva y fue producido por el conocido Rodolfo Cova y los mexicanos Michel Franco y Guillermo "Memo" Arriaga (Babel, 2006) y bajo la producción ejecutivo de Gabriel Ripstein y el actor venezolano Édgar Ramírez.
Se espera que Desde Allá también sea vista en otros dos festivales de igual importancia como lo son San Sebastián y Toronto.
Enhorabuena por esta cinta que una vez más demuestra el valor del cine venezolano, que en los últimos años ha recibido varias premios como El Goya y La Concha de Oro.
Ante un jurado presidido por el cineasta mexicano Alfonso Cuarón junto a figuras del cine mundial como Elizabeth Banks, Emmanuel Carrère, Nuri Bilge Ceylan, Hou Hsiao-hsien, Diane Kruger, Francesco Munzi, Pawel Pawlikowski and Lynne Ramsey,Desde Allá destacó entre las 21 películas que estaban en competencia, de las cuales la crítica elogió, en primer término, aRabin: The Last Day, de Amis Gitai, sobre el asesinato de un ex primer ministro israelí; también a Blood of My Blood, una cinta de vampiros de Marco Bellocchio, y a la película de animaciónAnomalisa, del ganador del Oscar Charlie Kaufman.
Sin embargo, entre el jueves 10 y el viernes 11 de septiembre, críticos especializados de Estados Unidos, América Latina y Europa aplaudieron al largometraje venezolano desde las páginas de sus publicaciones, lo que en definitiva le dio un impulso final a un relato profundo e íntimo, y al mismo tiempo, muy universal pues es un retrato que aborda temas como la paternidad, la homosexualidad y diversos problemas sociales.
Desde Allá es la primera película venezolana (en coproducción con México) que participa en competencia en el Festival de Venecia, el cual es el de mayor data en el mundo. Este filme está protagonizado por el chileno Alfredo Castro y el venezolano Luis Alejandro Silva y fue producido por el conocido Rodolfo Cova y los mexicanos Michel Franco y Guillermo "Memo" Arriaga (Babel, 2006) y bajo la producción ejecutivo de Gabriel Ripstein y el actor venezolano Édgar Ramírez.
Se espera que Desde Allá también sea vista en otros dos festivales de igual importancia como lo son San Sebastián y Toronto.
Enhorabuena por esta cinta que una vez más demuestra el valor del cine venezolano, que en los últimos años ha recibido varias premios como El Goya y La Concha de Oro.
Lorenzo Vigas. Nacido en 1967 en la ciudad venezolana de Mérida, graduado en biología molecular estudió cine en la New York University durante los noventa, antes de rodar documentales y anuncios y de debutar en el cortometraje conLos elefantes nunca olvidan, estrenado en 2004 en el Festival de Cannes. El director, hijo del fallecido pintor y muralista Oswaldo Vigas, llevaba por lo menos siete años intentando armar su debut, coproducido por el joven cineasta mexicano Michel Franco y por el guionista estrella Guillermo Arriaga, que también le echó una mano en la escritura.
Desde allá describe la extraña relación de dependencia que se erige entre Armando, un maduro homosexual incapaz de amar hasta el punto de rehuir el contacto físico, y Elder, un joven caraqueño que, pese a su rechazo inicial, terminará encariñándose de esa figura paternal y haciendo lo indecible por él. La película puede interpretarse como un emotivo retrato de la carencia afectiva de la que sufren ambos personajes, pero también como una metáfora de las diferencias de clase, tal vez irreconciliables, que existen en Venezuela. “En los últimos años hemos tenido problemas, pero espero que esto ayude. Somos una nación impresionante. Empezaremos a hablar más los unos con los otros”, dijo Vigas al recibir el premio, que dedicó a su país.
La película, marcada por el ritmo lento, los silencios y los contrastes entre un mundo íntimo árido y otro externo vital, fue aplaudida por la prensa especializada, que la catapultó entre las favoritas.
Las actuaciones del chileno Alfredo Castro, en su papel de Armando, un hombre de clase media-alta de 50 años, y del venezolano Luis Silva, con su magistral interpretación de Elder, un adolescente violento y carismático, son claves para entender la complejidad de la cinta.
La película forma parte de una trilogía que el director, de 48 años, trabaja desde hace años sobre el tema de la paternidad, o mejor dicho de su ausencia.
"América Latina es un continente en que el padre está ausente, es algo que forma parte del inconsciente colectivo, del arquetipo que compartimos los latinoamericanos", explicó Vigas, quien recalcó que mantuvo una excelente relación con su padre, el conocido artista plástico Oswaldo Vigas, fallecido en abril de 2014.
"Estoy obsesionado por ese tema", confesó el realizador, autor de numerosos documentales y programas de televisión, quien trabajó con un equipo de lujo, entre ellos el guionista mexicano Guillermo Arriaga, productor del filme, y el actor chileno Castro, emblema del cine latinoamericano independiente y comprometido.
Un choque entre estratos sociales
La búsqueda de Armando de jóvenes en los paraderos de autobús a los que ofrece dinero para que lo acompañen a su casa, la costumbre de espiar a un hombre de edad avanzada que tiene que ver con su pasado, su incapacidad de comunicar con el mundo exterior, al punto que no se deja ni tocar, hablan de distancia, de carencias.
El encuentro con Elder, el líder adolescente de una pequeña banda de delincuentes de un peligroso barrio de Caracas, extrovertido, arrogante y violento, con el padre en la cárcel, termina por cambiar a ambos para siempre.
"Mi película habla sobre todo de la carencia de afecto, de emociones, en todos los estratos de la sociedad", explica Vigas, quien desafía al espectador con una audaz escena de sexo homosexual.
"Me parecía interesante que la película explorara ese tema de la homosexualidad, América Latina es muy conservadora aún y hay mucha homofobia", subrayó.
Una provocación que el realizador espera que genere polémica, discusión, "nos ponga a hablar", dijo.
"Para eso hice esta película", admitió Vigas quien ilustra con imágenes desenfocadas, sonidos fuera de campo, las diferencias sociales, la distancia y el choque entre dos clases sociales que buscan desesperadamente afecto sin hallarlo.
"Fue como filmar dos mundos", aseguró el director, quien filmó por las calles de Caracas sin control del tráfico ni peatones, mimetizándose entre la gente.
Los contrastes entre esos dos mundos, uno pudiente y frío, ya que Armando es un hombre rico, dueño de un taller de prótesis dentales, y Elder, que le propina una paliza cuando se lo lleva a su casa, son el emblema de un país y hasta de un continente.
"La tensión social y política en Venezuela marca aún más la división de clases", reconoce Vigas.
Desde allá compite con 20 filmes y será estrenada en Venezuela en el 2016.
Fuente: AFP
Las actuaciones del chileno Alfredo Castro, en su papel de Armando, un hombre de clase media-alta de 50 años, y del venezolano Luis Silva, con su magistral interpretación de Elder, un adolescente violento y carismático, son claves para entender la complejidad de la cinta.
La película forma parte de una trilogía que el director, de 48 años, trabaja desde hace años sobre el tema de la paternidad, o mejor dicho de su ausencia.
"América Latina es un continente en que el padre está ausente, es algo que forma parte del inconsciente colectivo, del arquetipo que compartimos los latinoamericanos", explicó Vigas, quien recalcó que mantuvo una excelente relación con su padre, el conocido artista plástico Oswaldo Vigas, fallecido en abril de 2014.
"Estoy obsesionado por ese tema", confesó el realizador, autor de numerosos documentales y programas de televisión, quien trabajó con un equipo de lujo, entre ellos el guionista mexicano Guillermo Arriaga, productor del filme, y el actor chileno Castro, emblema del cine latinoamericano independiente y comprometido.
Un choque entre estratos sociales
La búsqueda de Armando de jóvenes en los paraderos de autobús a los que ofrece dinero para que lo acompañen a su casa, la costumbre de espiar a un hombre de edad avanzada que tiene que ver con su pasado, su incapacidad de comunicar con el mundo exterior, al punto que no se deja ni tocar, hablan de distancia, de carencias.
El encuentro con Elder, el líder adolescente de una pequeña banda de delincuentes de un peligroso barrio de Caracas, extrovertido, arrogante y violento, con el padre en la cárcel, termina por cambiar a ambos para siempre.
"Mi película habla sobre todo de la carencia de afecto, de emociones, en todos los estratos de la sociedad", explica Vigas, quien desafía al espectador con una audaz escena de sexo homosexual.
"Me parecía interesante que la película explorara ese tema de la homosexualidad, América Latina es muy conservadora aún y hay mucha homofobia", subrayó.
Una provocación que el realizador espera que genere polémica, discusión, "nos ponga a hablar", dijo.
"Para eso hice esta película", admitió Vigas quien ilustra con imágenes desenfocadas, sonidos fuera de campo, las diferencias sociales, la distancia y el choque entre dos clases sociales que buscan desesperadamente afecto sin hallarlo.
"Fue como filmar dos mundos", aseguró el director, quien filmó por las calles de Caracas sin control del tráfico ni peatones, mimetizándose entre la gente.
Los contrastes entre esos dos mundos, uno pudiente y frío, ya que Armando es un hombre rico, dueño de un taller de prótesis dentales, y Elder, que le propina una paliza cuando se lo lleva a su casa, son el emblema de un país y hasta de un continente.
"La tensión social y política en Venezuela marca aún más la división de clases", reconoce Vigas.
Desde allá compite con 20 filmes y será estrenada en Venezuela en el 2016.
Fuente: AFP
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