La joven y talentosa pianista venezolana, compositora y pedagoga Virginia Ramírez hizo un alto en sus múltiples ocupaciones para conversar con los lectores de Sala de Espera con relación a su formación musical, trayectoria profesional, grabaciones discográficas, giras internacionales y planes futuros. A continuación, presentamos el texto de ese interesante diálogo.
“Manos y alma es una producción artística que, sin ser altamente pretenciosa, es rica en refinamiento, elegancia, swing y creatividad…”
Pablo Aguirre. BBC de Londres, marzo 2009.
“Sin duda, este es un excelente trabajo que pasará a ser referencia obligada de las nuevas generaciones. Sólo me queda felicitar a Virginia por este logro. ¡Éxitos!”
Aquiles Báez, Nueva York, febrero de 2009.
Por Germán Alirio Luna – Fotografía Emilio Méndez
“Manos y alma es una producción artística que, sin ser altamente pretenciosa, es rica en refinamiento, elegancia, swing y creatividad…”
Pablo Aguirre. BBC de Londres, marzo 2009.
“Sin duda, este es un excelente trabajo que pasará a ser referencia obligada de las nuevas generaciones. Sólo me queda felicitar a Virginia por este logro. ¡Éxitos!”
Aquiles Báez, Nueva York, febrero de 2009.
Por Germán Alirio Luna – Fotografía Emilio Méndez
-¿Cómo fue tu primer contacto con la música?-Desde niña, antes de nacer, mi mamá Enriqueta me cuenta que ella pasaba horas con los audífonos en la barriga y me ponía a escuchar música clásica... Bach, Mozart, Vivaldi, Rachmaninov, Chopin, entre otros. Después que nací, en la casa siempre estaba en contacto con la música. Mi papá, Asdrúbal Ramírez, me despertaba en las mañanas con canciones venezolanas. Él tocaba el cuatro o la guitarra y cantaba. La verdad es que no me gustaba levantarme tan temprano para ir al colegio, así que él se invento lo de las canciones para despertarme... pero igual yo quería seguir escuchando las canciones y no ir al colegio (risas).
También recuerdo que cuando me llevaba al colegio iba cantando canciones como “Ansiedad”, “María Antonia” de Gualberto Ibarreto, tangos como “Adiós Muchachos”, joropos y valses, entre otros géneros. También tuve la influencia de mi hermano Carlos Eduardo Arellano, quien es un excelente músico de jazz… siempre lo escuchaba tocar e improvisar con la guitarra. Además, tenía acceso a su discoteca, de la cual siempre andaba sacando discos, a veces sin permiso (risas). Me emocionaba mucho con su grupo de rock “Kristal”, porque sus inicios fueron en el rock y luego se movió hacia el jazz... por eso el tiene ese sonido y esa manera de improvisar tan original. Admiro mucho a mi hermano y he aprendido cosas muy importantes del jazz y de la música gracias a él.
-¿Influyó tu familia en tu vocación?-Sí, mi papá Asdrúbal Ramírez era músico, tocaba guitarra, cuatro y cantaba, y a mi mamá siempre le gusto cantar. Cuando niña cantó mucho en corales, mientras que mi hermano es un excelente guitarrista de jazz, compositor, arreglista y experto en tecnología midi. Ellos ejercieron una gran influencia en mi vocación y en mi decisión de ser músico profesional.
-¿Quienes fueron tus primeros maestros y qué aprendiste de ellos?-Mis primeros maestros en la escuela de música Miguel Ángel Espinel de San Cristóbal fueron el profesor Edgar Vásquez en el piano y Eleodoro Contreras en teoría y solfeo. Con ellos di mis primeros pasos formales en la música a los 7 años. El profesor Rufo Pérez Salomón, director de la escuela de música, aclaraba mis dudas en los pasillos de la escuela y conversaba conmigo en los recreos. También nos visitaba en casa cuando hacíamos veladas musicales. De mis maestros aprendí el valor de la disciplina, el estudio y la constancia, fue una época muy bonita.
-Básicamente, tu formación como pianista la realizaste tanto en Venezuela como en Cuba. ¿Qué recuerdos tienes de esa época de estudiante?-Aquí en Caracas estudié piano clásico en la Escuela José Lorenzo Llamozas con la profesora Olga Capriles, Historia de la música con el profesor José Peñín, armonía e improvisación con el profesor Gerry Weil y, paralelo a esto, estaba estudiando en la escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Allí también veía algunas materias de música como teoría y solfeo, historia de la música y estética. Hice algo de teatro con el profesor Nicolás Curiel e Isaac Chocron; luego conocí a Emiliano Salvador y su banda e hice amistad con todos sus músicos. Entonces surgió la idea de ir a Cuba a estudiar, porque estaban ofreciendo becas. Me gané una y me fui... recuerdo mucho a los maestros de la Escuela Nacional de Música de la Habana: a mi maestro Andrés Alén Rodríguez, a Loly Novas, su esposa... a María y Roberto Urbay, Hildamellis Chang, Manuela Echeverría y Alina Castro, entre otros con los que tuve la suerte de contar mientras estudie allí. Recuerdo que era una escuela de mucha disciplina y estudié mucho la música clásica: preludios y fugas de Bach, estudios de Chopin, Rachmaninov, Stravinsky y también música latinoamericana como Villalobos, Ginasteras y Ernesto Lecuona. Estudié con Andrés Alén armonía e improvisación, iba mucho a conciertos de jazz y grupos de timba cubana como Irakere, los Van Van, Ng La Banda, Gonzalo Rubalcaba, Emiliano Salvador, Felipe Cabrera y pude ver en los festivales de jazz de la Habana a músicos como George Benson, Winton Marsalis y Charlie Headen, entre otros. Estuve siempre en contacto con músicos populares y de jazz en esa época.
Venezuela es un país de grandes pianistas (damas). Sólo por citar, daré tres nombres: Teresa Carreño, Clara Rodríguez y Gabriela Montero.
-¿Piensas que esta profesión es para damas o, por el contrario, como dijo Brahms en una oportunidad al referirse a Teresa Carreño, ella gustaba como pianista porque tocaba como un hombre?-Pienso que el piano es un instrumento para damas y caballeros... siempre que se conozca a profundidad y se sepan aprovechar al máximo todas sus posibilidades y su infinita gama de colores y dinámicas. El piano siempre nos sonríe y nos abre las puertas a su mundo mágico. A estas tres ilustres del piano que mencioné anteriormente las admiro con el alma. Ellas han realizado importantes aportes al mundo del piano en Venezuela, en especial Gabriela Montero. Me impresiona por su capacidad y genialidad para improvisar, su técnica y musicalidad son extraordinarias.
-¿Cuándo empieza tu enamoramiento con el jazz?-Desde que descubrí los discos de Bill Evans en el estudio de mi hermano Carlos Eduardo. Tenía como 12 años y me sentí muy impresionada. Hable con él y me explicó brevemente sobre el jazz, fue la primera vez que escuché ese nombre. Carlos tenía un estudio de grabación en la urbanización Santa Rosa y yo iba para allá a grabar mis primeras composiciones con su teclado, y lo escuchaba tocar. Él no hablaba mucho, la verdad. Tocaba más de lo que hablaba, lo cual a veces me desesperaba un poquito (risas). Entonces me empecé a sentir muy enamorada del jazz, y fue tan fuerte que grabé un casete con mi voz, y decía: quiero ser jazzista… lo repetía miles de veces. Después mi papá se encontró el casete y se echo a reír, me llamó y me dijo: “hija, ¿qué te ocurre? ¿Por qué grabaste esto?” Yo le contesté: bueno papi... es que me gusta mucho el jazz.
-¿Piensas que en nuestro país hace falta más difusión del jazz y los géneros afines?
-¡Sí! Creo que sería muy bueno que pasaran más programas de jazz en la televisión y en la radio, que este tipo de música tuviera mayores espacios y más locales donde tocar. Entre la década de los ochenta y los noventa había aproximadamente 70 u 80 locales de jazz en Caracas. Sitios como la Menta, Café Cristal, Café Brasil, los Pida Pizza, el Caracas Jazz Club — dirigido por Jacques Braunstein-, Mr. Ribs, el hotel Aventura en San Bernardino, la Girafe, el Ático, entre otros... yo no vivía en Caracas en esa época, pero toda esta información la tengo por mi amigo, el trompetista cubano Julito Mendoza. Venezuela ha tenido un movimiento jazzístico importante desde 1951 y muy buenos músicos de jazz, sería muy bueno que ahora, cuando hay tantas propuestas nuevas vinculadas al jazz, se le diera mayor importancia.
-Háblanos un poco de tu primera producción discográfica.-Se llama Espiral de fuego y fue una experiencia muy linda, y un poco difícil por ser mi primer disco. Allí grabé ocho composiciones mías: “Espiral de fuego”, “Sr. Millán”, “Preludio para Boby”, “Café 6”, “120 y 9na”, “Don Alen”, “Regresando” y “Domingo por la tarde”. No me canso de escuchar este disco, que se encuentra muy ligado al jazz latino, a la fusión, a la música venezolana. Lo grabamos en los estudios del ingeniero Ricardo Landaeta en el Cafetal, en la calle el Limón. Tengo muy bonitos recuerdos de los ensayos; algunos se hicieron en el Juan Sebastián Bar y otros en mi casa. Carlos Sanoja y Willy Díaz estuvieron como invitados en el tema “Don Alen” y en los ensayos nos divertíamos mucho. También grabé temas standars venezolanos como “Tonta, Gafa y Boba” del maestro Aldemaro Romero, “El Frutero” de Cruz Felipe Iriarte y “El Diablo Resuelto”, un arreglo del “Diablo Suelto” de Heraclio Fernández. En la batería y el bajo grabaron Miguel Hernández y Carlos Rodríguez.
Antes de este disco, grabé un “demo” que se llamó “jazzeando”, que contiene temas de jazz como “Stella by Starlight”, “Mambo Influenciado”, “Mimis” —un tema de Felipe Cabrera, el bajista cubano-, “Summer Time” (cantado) y “Billes Bounce”. Era mi carta de presentación cuando trabajaba en el Juan Sebastián Bar, en el año 2000. Aquí grabaron Willy Díaz en la batería, Marcos Romero en el contrabajo y Oscar Rojas en la percusión.
-Coméntanos de tus presentaciones en Europa, ¿qué cosas buenas te dejaron?-¡Han sido experiencias maravillosas! En Londres, en el Bolívar Hall, fue muy emocionante sentir cómo el público disfrutaba la música venezolana y cómo, al final del concierto, pidieron un bis con todas sus fuerzas... y el público palmeando el ritmo del seis con “Catira”, joropo de Antonio Lauro que interpreté como bis. La entrevista en la BBC de Londres con el locutor Pablo Aguirre en el programa Notas de jazz fue también algo importante y enriquecedor. En el sur de Francia, en Lozere, donde estuve hace poco, presente mi disco Manos y alma en distintas emisoras. También participé en un concierto en Montpellier junto con otros músicos en apoyo a la radio Divergence, donde está el programa Orinoco, un importante espacio de jazz trasmitido desde Francia y muy escuchado en Venezuela por amantes del género, conducido por el locutor Gilles Bégue, un melómano que tiene 20 años viniendo a Venezuela con su esposa Daniela en sus vacaciones. Le encanta nuestro país y ha entrevistado a muchos músicos venezolanos como el Pibo Márquez, el cuarteto de clarinetes, María Alejandra Rodríguez, entre otros.
-Cuéntanos alguna anécdota interesante durante tu vida como músico profesional-Bueno, hay varias… la más reciente fue en la grabación de mi segundo disco, Manos y alma. El primer día de grabación cite a Roberto Koch para grabar un tema que se llama “Días de julio”. No pudimos ensayarlo, pero salió a la primera toma, ¡fue increíble! El maestro Nené Quintero estaba allí y nos dijo “hagan otra toma, para ver qué pasa”. De hecho la hicimos, pero la que quedó fue la primera.
Hay otra: en un concierto del Festival de Jazz A toda música, en el teatro la Opera de Maracay, estaba tocando con mi banda. Como invitado especial estaba el Goyo Reyna. Hacia el final del tema, el baterista estaba haciendo un solo y el Goyo se quedó muy concentrado, escuchando lo que él improvisaba ...y faltando apenas un compás para que el Goyo entrara con la letra, salió corriendo y llegó justo a tiempo al micrófono, a cantar en el sitio perfecto. Fue muy divertido esto, todos pensamos que se le había olvidado, pero el Goyo Reyna siempre tan genial retomó el tema en el sitio y momento perfecto.
-Preséntanos tu segundo y más reciente CD, ¿quiénes te acompañaron en la grabación y qué respuesta has tenido del público?-Esta fue una aventura atrevida y muy agradable. Grabar con 15 músicos invitados y cuadrar todos los horarios, ensayos y pautas de grabación... ¡¡¡uufffff!!! Menos mal que mi manager, el señor Emilio Méndez, me ayudó en todo esto. Aunque es divertido, a veces es un poquito difícil cuadrarlo todo. En Manos y alma tuve como invitados al Goyo Reyna en la percusión y jaleos flamencos; Aquiles Báez en la guitarra; Jorge Glem, Héctor Molina y Edward Ramírez de C4 Trío; Alexander Livinally en la percusión; Carlos Eduardo Arellano en la guitarra; Roberto Koch en el bajo; Gerry Weil en el piano; Adolfo Herrera en la batería y cajón; Dhiego Maldonado en la batería; Nené Quintero en la percusión; Alexis Cárdenas en el violín y Marisela Lovera en la voz. Son un equipo de trabajo excelente y aportaron muchísimo a este disco, el cual ya está a la venta en tiendas Esperanto, en las tiendas Recorland y la FNAC en París. En el concierto-bautizo estuvieron casi todos menos Aquiles Báez y Alexis Cárdenas, y estuvieron también tres bailadores de los Vasallos del Sol —Marisabel Trejo, Antonio José Laya y Rossmary Rondón-, quienes tuvieron una destacada participación en el Seis con “Catira” y el Calipso. La respuesta del público ha sido muy positiva, es un disco que ha gustado mucho.
-Hemos hablado del pasado. En este momento, deseo que nos digas algo de lo que tienes planificado para el futuro, en materia de giras y grabaciones discográficas.-Tengo varios proyectos, uno de ellos es la grabación del disco de mi hermano Carlos Eduardo. Él tiene ya la preproducción lista y voy a grabar los pianos y teclados en este disco; también estoy por grabar un disco con aguinaldos del compositor y cantautor Enio Escauriza y estoy planificando un nuevo disco en formato de trío. En cuanto a las giras, tengo varias propuestas para volver a Francia en el próximo verano para realizar una gira de conciertos por el sur de ese país y también para Madrid y Barcelona, en donde están dos músicos venezolanos que admiro muchísimo: Lorenzo Barriendo y Juan Rodríguez. Con ellos tengo varios proyectos en camino.
-De los músicos venezolanos contemporáneos, ¿a quién o quiénes admiras?-A muchos, la verdad. De los pianistas a Otmaro Ruiz, Silvano Monasterios, Luis Perdomo, Gonzalo Grau y Gerry Weil; Silvio Arocha, Roberto Koch, el Goyo Reyna, Gonzalo Teppa, Eddy Marcano, Ignacio Izcaray, Henry Martínez, Guillermo Carrasco, Rodolfo Reyes, David Peña, Ofelia del Rosal, Alexis Cárdenas, el Pollo Brito, Huáscar Barradas, Carlos Eduardo Arellano, Joel Pibo Márquez, Francisco Santangello, Luis Pacheco, Enio Escauriza hijo y padre, Miguel Siso, Rubén Rebolledo, Roberto Girón, Marisela Lovera, Hana Kovayashi, Juan Ángel Esquivel, Roldan Peña, Joshua Sathi, Lorenzo Barriendos, Juan Rodríguez, Nené Quintero, Luisito Quintero, Aldemaro Romero, Otilio Galindez y el pavo Frank. En general, a toda esta nueva generación de músicos que están renovando la música venezolana con sus creativas y originales propuestas.
Fuente:Revista Sala de Espera