Desde Ciudad Bolívar marcó una huella musical en Venezuela.
Antonio Lauro (Ciudad Bolívar 03-08-1917 / Caracas 20-03-1986) Compositor y guitarrista, quien en vida fue un fiel seguidor del espíritu nacionalista a través de sus canciones, aunque a mediados del siglo XX no mostró rechazo hacia la fusión de la música venezolana con instrumentos modernos. Su obra se mantiene viva en el corazón de los amantes de la música venezolana.
El maestro Lauro definió públicamente el objetivo de su obra y de su pensamiento artístico al manifestar: «Yo me he hecho el propósito de cultivar el nacionalismo, primero, por verdadero placer y, segundo, por el mayor placer de molestar a los enemigos de mi nacionalidad».
Sin embargo, este nacionalismo no le impedía reconocer el valor de la experimentación en la música venezolana como demostró al ser consultada su opinión sobre la música electroacústica, en etapa experimental a mediados del siglo XX.
Lauro consideró que esta tendencia musical era interesante por la gran riqueza tímbrica que ofrecía y que permitía dar una nueva e interesante dimensión a los ritmos venezolanos, si era utilizada creativamente.
Hijo de doña Arminda Cuttroneo y de un barbero y músico de origen italiano. A la edad de nueve años fallece su padre, por lo que su viuda decide mudarse con el pequeño Antonio y con sus hermanas Arminda y Carmen a Caracas.
Tras culminar su bachillerato, ingresa a la Academia de Música y Declamación, donde tuvo como maestros a varios de los más destacados músicos venezolanos de principios del siglo XX. Sus estudios de Teoría y Solfeo los realiza con Ángela Luisa Ortiz, mientras que Salvador Narcido Llamozas fue su profesor de piano.
El insigne maestro Vicente Emilio Sojo fue el encargado de inculcarle los conceptos de Composición, mientras que Juan Bautista Plaza le enseñó Historia de la Música y Apreciación. En esta academia aprendió también Canto y la interpretación de otros instrumentos, como el corno, el violoncello, el contrabajo, el órgano y la guitarra. Este último instrumento se convirtió en su pasión y decide adoptarlo como centro de su esfuerzo creativo e interpretativo.
La guitarra llegó incluso a ser la base de su sustento en los inicios de su actividad profesional, cuando llegó a trabajar como músico acompañante en la antigua Broadcasting Caracas (ahora Radio Caracas Radio), primera emisora de radio que funcionó en el país. Su dedicación al estudio y a la práctica de este instrumento le llevaron a ser calificado como el Strauss de la guitarra por parte del crítico inglés John Williams. Años después, Lauro llegó a ser reconocido como uno de los principales maestros latinoamericanos de la guitarra.También fue integrante del orfeón Lamas, en el que musicalmente le tocaba hacer las veces del bajo. Posteriormente, fue integrante del trío Los Cantores del Trópico en el que tuvo la responsabilidad de componer gran parte del repertorio musical del grupo.
Sus obras más destacadas fueron dedicadas a seres queridos y a amigos, como fue el caso del vals Natalia (1939), escrito en honor a su hija del mismo nombre y considerada su obra más famosa, así como el vals María Luisa (1968), dedicado a su esposa. Otros valses que lo hicieron famoso fueron Tatiana (1939), Andreína (1939), Yacambú (1939) y Angostura (1968). En su carrera artística destacó también su participación como integrante del trío Los Cantores del Trópico, junto con Marco Tulio Maristani y con M. E. Pérez Díaz.En 1947 termina sus estudios de Composición y escribe su primer trabajo orquestal Cantaclaro, un poema sinfónico sobre la base de la novela homónima de Rómulo Gallegos. En este mismo año obtiene el Premio Oficial de Música, galardón que volvió a recibir en los años 1948 y 1950.En 1948 recibió su primer Premio Vicente Emilio Sojo, el cual también repetiría en 1955 y en 1957. En 1951 es víctima de persecución política por parte del Gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Es encarcelado hasta el año 1952. Durante este tiempo, escribió diversas piezas musicales, entre ellas Misterio de Navidad y las composiciones para guitarra Suite Venezolana y Sonata.
Su legado musical incluyó la creación y la dirección de varias agrupaciones corales en la capital del país, tales como la del Liceo Fermín Toro, la del Liceo Luis Razetti y la de la Escuela Normal Gran Colombia. En 1985, le fue otorgado el Premio Nacional de Música en reconocimiento a su trayectoria y a su talento musical.Un año más tarde falleció en Caracas, pero su obra sigue viva en manos de importantes músicos nacionales y extranjeros que continuamente interpretan sus composiciones con el mismo amor por Venezuela con el que fueron creadas hace ya varias décadas
Fuente: Nueva Prensa de Guayana
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