Desde hace mucho tiempo, la mujer venezolana ha tenido que demostrar que no sólo es el eje de una familia si no que a la par es una dama y no por ello débil o vulnerable. Descubrir a Laura Rojas a través de la ventana de su vida, es encontrar a una mujer excepcional, valiente, luchadora, amante de la vida, la libertad y los sueños que, pese a que en un momento de su vida estuvo encerrada en las paredes de una oficina como secretaria, el destino mismo la condujo a dirigir el negocio del que se siente orgullosa y al cual se dedica de lunes a lunes, de siete de la mañana a siete de la noche.
Al ver la inocente sonrisa de Rojas mientras labora vendiendo y preparando cocadas en su modesto negocio que se encuentra en las transitadas calles Valencia (Edo. Carabobo-Venezuela), se refleja en ella el concepto del ser mujer, que le permite aprender de sus errores, actuar con dignidad y no desprenderse de su principal sueño, que no es otro que el ver a sus dos hijas graduadas de psicólogo y odontóloga.
Es por ello que desde muy tempranas horas de la mañana, cuando aún no ha salido el sol y el frío se mete entre sus huesos, el vigor de esta comerciante se hace presente en su hogar aun cuando agotada por ajetreo del día anterior, se levanta con el alba para atender sus obligaciones y ocuparse de la selección de los mejores cocos para su clientela, quien no se hace esperar apenas abre las puertas de su morada, iluminando con su mirada a los impacientes transeúntes que detienen su paso para refrescarse con un poco de agua de coco.
Esta musa inspiradora de logros, capaz de realizar las más grandes proezas para ayudar a que la meta de sus hijas se lleve a cabo, posee una firmeza y alegría contagiante que se combina con su personalidad servicial y atenta, convirtiéndola en una luchadora como muchas pero conocida como pocas en esta región. Y es que en su establecimiento se han dado cita distinguidas personalidades pero Rojas atiende a todos por igual porque, para ella, todos tienen una misma necesidad.
Son sus frágiles manos las que guían el golpe certero del machete cuando parte en dos la refrescante fruta para ofrecerla a quien desee degustar su pulpa. Observar esta sección de la fuerte labor que desempeña es un verdadero espectáculo en contraste con el angelical rostro de Laura, quien no dimite ante el proyecto de gran envergadura que lleva adelante.
"La coquera", como muchos la llaman, comentó que el ser madre exige mucha entrega, por lo que está dispuesta a ofrecer todas sus energías, el último suspiro de su vida, al objetivo que tienen planteado sus hijas y que ya llevan encaminado: la culminación de sus estudios universitarios; porque "la carrera de odontología es muy costosa, pero poco a poco se le han ido comprando los utensilios a la niña".
Sin lugar a dudas, esta comerciante de 49 años es el digno ejemplo de que los avatares del destino, lejos de pronunciarse en contra del hombre, son conjunciones celestiales que ponen a prueba la capacidad y paciencia de las personas que, con amor y entrega, están dispuestas sacrificar su vida para el bien de otra.
Revelar el corazón de esta digna mujer es destacar la labor de entrega que como característica venezolana poseen las venas de las valientes féminas que a diario convierten su vida en un circulo dador de fe y esperanza para quienes están a su lado.
Fuente: Notitarde
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