La visión social del fotógrafo de la Fundación Wayuu Taya
Maracaibo, martes 9 de agosto de 2005
“Cada historia tiene la necesidad de ser contada y, por consiguiente, de perpetuarse en imágenes”. “Un momento de la historia indígena wayuu está relacionado con las “comodidades” que prometen las ciudades”. “Trato de captar el significado de los gestos, el color de la tierra, el clima de las casas, la historia de sus poblados y de sus habitantes”.
“Cada historia tiene la necesidad de ser contada y, por consiguiente, de perpetuarse en imágenes”. “Un momento de la historia indígena wayuu está relacionado con las “comodidades” que prometen las ciudades”. “Trato de captar el significado de los gestos, el color de la tierra, el clima de las casas, la historia de sus poblados y de sus habitantes”.
Texto: Robert Arape / Foto: H.Angarita/Costesía David Hernández
Coloridas en medio de una zona desértica, las imágenes del fotógrafo David Hernández capturan el amplio universo wayuu. Las mujeres caminan rumbo a los ríos, mientras los ruedos de las mantas bailan con el viento en medio de la tarde. Los ojos de los niños se abisman ante el horizonte, silenciosamente al caer el Sol. La sabiduría del anciano se deja leer en cada arruga.
Capturando el momento poético, este joven fotógrafo pone su grano de arena para la Fundación Wayuu Taya, la organización sin fines de lucro creada por la actriz y modelo Patricia Velásquez, con el propósito de ayudar a la etnia de sus raíces. Así, la responsabilidad de David Hernández ha sido mostrar el rostro de un pueblo ancestral.
- ¿Cómo surgió la idea de participar en la Fundación Wayuu Taya?
- Siempre tuve un sentido para interactuar con mi entorno y retribuir así cuanto se recibe e, incluso, a respetar las esperanzas de los demás, el único aliento o fuerza que nos queda. Ahora, llego a la fundación después de participar en un concurso fotográfico en el cual fui rechazado. Luego abro mi buzón electrónico y me llevo la sorpresa de que la organización me invitaba a ceder los derechos de esas imágenes para sus promociones...
- ¿Cómo ha sido la experiencia con Patricia Velásquez?
- Ella es la inspiración de muchas personas en Venezuela y en el exterior. Hemos reunido nuestros trabajos para poder expresarnos como indígenas. A la vez que buscamos la manera de ayudar a nuestros hermanos. Muy pocas personas realmente conocen a Patricia como ser humano y me complace saber que en su fuero interno ella se considera y sabe que es una indígena de este mundo. Maleiwa (Dios) sabe que estamos muy contentos de tener la oportunidad de trabajar en pro de la dignificación de las diferentes situaciones que viven nuestros hermanos indígenas.
- ¿Cuál es su diagnóstico personal de la cultura wayuu?
- Mi cultura es de aferro ancestral. Sigue resistiendo con más fuerza que otras etnias sometidas al contacto aculturativo y a una interacción desigual al mundo occidental. Sólo hasta hace poco se llegó a consolidar un número mayor de indígenas wayuu plenamente consciente de su especificidad étnica, cultural y lingüística, y enteramente dispuesta a impulsar todas estas características conforme a su memoria histórica y con un reto claramente definido a todo tipo de desavenencias. Desafortunadamente el resto de las personas desconoce la integridad y cohesión de quienes conformamos La Gran Nación Wayuu.
- ¿La división territorial de la Guajira los divide como pueblo?
- Para los wayuu los límites fronterizos no son más que una simple estructura geográfica impuesta, y no existen, ya que no nos importa si estamos en el lado de Colombia o del lado de Venezuela, como tampoco es determinante la distancia que debemos recorrer para encontrarnos. El ser wayuu se lleva en la sangre y en el corazón.
- ¿Cuál es el mensaje que intenta transmitir a través de la fotografía?
- Cada fotografía wayuu es una historia de mi pueblo. Cada historia tiene la necesidad de ser contada y, por consiguiente, de perpetuarse. Acostumbro a ser respetuoso al momento de hacer una fotografía, sobre todo si la persona desconoce lo que implica mi trabajo. Es entonces cuando hago saber en el momento lo que quiero proyectar o lo que pretendo hacer. Aunque parte de mis mejores fotos han sido momentos en los cuales la persona ignora mi presencia. A veces aclaro que mi intención no es comercial, ni puedo darles dinero. Siempre regreso a donde hice las fotografías con las respuestas provocadas por esa imagen captada.
- Siguen sin solución los mayores problemas del pueblo wayuu...
- Se habla de un pueblo hambriento, no sólo de comida, sino de trabajo, de igualdad de posibilidades, de tierra, de acceso a la educación. Obviamente, así no se puede ser feliz, ni estar tranquilo. Sin embargo, hacemos todo lo posible para poder sentirnos bien dentro de nuestro propio contexto.
- ¿Sigue siendo una solución emigrar a la ciudad?
- Un momento de la historia indígena wayuu está relacionado con las “comodidades” que prometen las ciudades. Cuando llegué a Maracaibo mis padres me tenían una sorpresa. Habían conseguido una casa y lo primero que pregunté fue que si en el baño había una regadera y si caía agua de ella. Ellos me dijeron con asombro y risa que sí. Yo sólo tenía cuatro años. Es glorioso no tener que caminar kilómetros de kilómetros para agarrar un poco de agua.
- ¿Qué aprendió de sus ancestros?
- Las enseñanzas de los viejos wayuu eran completas. Nos alistaban para la dura carrera de la vida y se lo tomaban en serio ya que no era algo transitorio o pasajero. Era de evoluciones. Era necesario saber que a uno no lo define lo que hace si no la manera de levantarse cuando se cae. La escuela es la que ocupa ahora ese lugar. Los wayuu no discrepamos de esa instrucción, porque aprendemos otras destrezas y nos involucramos en otros campos del conocimiento, pero no es bueno dejarlo todo a la escuela.
- ¿Cómo sabe que ha capturado una escena importante?
- Trato de captar el significado de los gestos, el color de la tierra, el clima de las casas, la historia de sus poblados y sus habitantes. Busco los pequeños momentos, que son los más importantes y son los más grandes en significado artístico. FRASES
- “Mi nombre completo es David Alberto Hernández Palmar. Nací el 21 de abril de 1980 en Maracaibo estado Zulia. Crecí entre el caserío Yaguasirú, Moina y Paraguaipoa en la Guajira. Pertenezco al Clan Ipuana con el Tótem representativo del Cari Care”.
- “Me volví como loco cuando recibí una cámara como regalo. Mi primera experiencia en un laboratorio la tuve en La Universidad del Zulia. Debo parte de mis conocimientos y de mi disciplina a la Escuela de Fotografía “Julio Vengoechea”.
“Para mi gente es importante sus sucesores. Que los niños y los jóvenes lleguen a saber lo que dice el lenguaje de la naturaleza, por qué cantan los pájaros, cuándo se alborotan las hormigas, porque se alborotan las abejas, qué significa el sonido que tiene el mar, los colores que tienen los susí (flores) de las plantas. Todo esto y mucho más sólo lo saben los viejos y estos abuelitos nos lo ofrecen y nos lo dan como un regalo de vida que hay que tomar con el corazón y los brazos abiertos”.
Fuente:http://www.panodi.com/10revistas/galeria/index.html
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