Esta venezolana es miembro de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood y vota en la selección de los ganadores del Oscar. Tiene 16 años de casada con el realizador de “El Mariachi”. Lo acompaña desde sus inicios. Apoyó a Jakubowicz en la película que puso a Venezuela en el mapa cinematográfico.
Texto: Paúl Ramírez M. / Foto: Archivo (revista Galería, Diario Panorama)
El abuelo de Elizabeth Avellán, el simpático Gonzalo Veloz, fue quien literalmente colocó la antena al canal de Televisión Nacional Televisa, hoy Venevisión. Con estos antecedentes familiares, sintió la afición por el mundo del espectáculo pese a las prohibiciones de su padre.
A los 13 años de edad, la joven, nacida en Caracas y luego residenciada en Barquisimeto, se trasladó a Houston, Texas, después de que su padre ganara una beca de estudios en EE UU.
Allí comenzó su camino hacia Hollywood. Mientras trabajaba como asistente de uno de los ejecutivos de la Rice University, de Texas, compartió su pasión con Robert Rodríguez.
Hoy, Avellán es una de las productoras más respetadas de la Meca del cine, mientras que su esposo es considerado uno de los directores con mejor proyección, gracias a películas como “El Mariachi”, “Desperado”, “The Faculty”, “Spy Kids” y “Sin City”.
De paso por Caracas, para asistir a la premiere nacional de “Secuestro Express”, cinta que apoyó desde el principio, Avellán se tomó un tiempo de su complicada agenda para conversar con GALERÍA, de los proyectos que junto con su esposo maneja en “Troublemaker Studios”. Actualmente negocian rodar la popular serie norteamericana “Sin City 2”.
Avellán, de 43 años y con cinco meses de embarazo, además de impulsar la carrera de su compañero por 16 años, ha asumido la tarea de ayudar a dar el gran salto a directores como el venezolano Jonathan Jakubowicz.
Según la productora y vicepresidente de la compañía que fundó con Rodríguez, los latinos necesitan contar historias de todo tipo para acabar con los estereotipos creados acerca de “nuestra gente”.
- ¿Cómo conoció a Rodríguez?
- Fue en la Rice University de Houston, Texas. Yo trabaja en la universidad como asistente del vicepresidente ejecutivo y él trabajaba en el archivo. Nos hicimos amigos por la mutua afición al cine. Ya tenemos 16 años de casados.
- ¿Ayudó al director en su camino hasta Hollywood?
- Cuando nos conocimos, él había hecho 30 cortometrajes con cámaras de video prestadas. Cuando vi su trabajo dije: qué bien... y me pregunté ¿cómo este muchachito, sin tener las herramientas adecuadas, realizaba tan buenas películas? Lo convencí para que se inscribiera en un festival de cine y ganó. Así pudo ingresar a la universidad. Cuando presentó al mundo “El Mariachi” ya estábamos casados y, para el agrado nuestro, la cinta ganó el premio de la audiencia en el Festival Sundance. Siempre trabajamos juntos y así fue cómo llegamos a Hollywood.
- ¿Cuánta influencia hay de usted en la cinematografía del director?
- Realmente muy poca. Él es el creativo y yo soy la que mantiene en movimiento el negocio. Juntos creamos Troublemaker Studios, el cual ha producido “Spy Kids”, “Érase una vez en México”, “La aventuras del niño tiburón y la niña de fuego” y “Sin City”.
- ¿Qué se está haciendo en Hollywood para acabar con el estereotipo que se tiene de los latinos?
- Los directores están haciendo todo tipo de películas y eso es lo más importante. Para terminar con los estereotipos no hay que crear otros nuevos. Tenemos que hacer películas cómicas, de acción, dramáticas, y a la vez usar todo tipo de personajes.
- ¿Cómo define a su esposo como cineasta?
- Él está haciendo cine universal. Los temas que desarrolla son los que él, como espectador, iría a ver en la gran pantalla. Está en un buen momento personal porque puede rodar lo que le gusta. “Sin City”, por ejemplo, nació de su afición por los comics de Frank Miller. Guardó su proyecto en mente por mucho tiempo. Quería que la tecnología avanzara lo suficiente como para presentar una buena película, muy fidedigna a la historieta original. Por eso invitó a Miller para que participara en todo el proceso. Siempre consideró que las opiniones del autor serían fundamentales para el éxito de la cinta.
- ¿Cómo es su esposo en su faceta como padre?
- Tenemos cuatro varones y ahora estamos a la espera de la hembra. Tengo cinco meses de embarazo. Él es un gran padre. Se sienta con los niños y se pone a dibujar historietas con ellos. Le encanta que sus hijos aprendan a expresarse. Así fue cómo precisamente surgió la idea de hacer la cinta “El niño tiburón y la niña de fuego”.
- ¿Por qué decidió apoyar al director venezolano Jonathan Jakubowicz?
- Lo he estado guiando desde hace nueve años. Esto no es nuevo. El conoció a mi padre y era fanático de Robert. Así que quería entrevistarme porque era el crítico de cine de Radio Caracas Radio. Desde ese momento supe que era muy inteligente por el interés que demostró. Me impresionó mucho. Sabía lo que quería, precisamente una de las cualidades que aprecio de mi esposo. Me envió unas cuantas películas. Sin embargo, cuando vi su documental “Los barcos de la esperanza” me conmovió su esfuerzo por mostrar una Venezuela distinta y cómo aceptamos e integramos a los extranjeros. Me siento orgullosa de haberle cedido un poco de mi tiempo.
- ¿Qué es lo más novedoso de “Secuestro Express”?
- Se cuidaron detalles como el sonido. Posee la calidad de Hollywood a pesar de ser una película independiente. El sonidista de Robert se vino una semana a Caracas para grabar los ruidos de la ciudad. Cuando el espectador ve la cinta siente esa Caracas, así no la conozca. También se trabajó el color con el equipo que le hace los efectos especiales a nuestra productora. Fue un proceso muy lindo.
- ¿Qué añora de Venezuela?
- Muchas cosas. El Ávila, Barquisimeto y mi familia. Cuando puedo me escapo de mis compromisos en Estados Unidos y visito mi país.
- ¿Qué le hace falta al cine venezolano para dar el gran salto?
- Precisamente que logre salir del país y se proyecte en muchas partes del mundo. Lo que falta es que la gente le dé con ganas y se anime a hacer pequeñas producciones. Que practique como lo hizo Robert antes de rodar “El mariachi”. No les cuesta nada. Que salgan y empiecen a ganar festivales internacionales de cortometrajes. De aquí puede salir un cine fácil de vender en el exterior. Los directores tienen que hacer historias universales.
- ¿Presentar historias como la de “Secuestro Express” es una estrategia acertada del cine latinoamericano?
- No necesariamente. Sin embargo, en este momento, los gringos están recibiendo propuestas más sociales porque no saben mucho de la realidad de Latinoamérica. Esas historias les llegan al corazón. Pero también hay un espacio para las propuestas cómicas, sencillas o para aquellas que simplemente muestran nuestros bellos paisajes.
- ¿Es difícil lidiar con los egos de las estrellas de Hollywood?
- No. Los egos existen en cualquier parte del mundo y en distintas profesiones. Todos los actores del espectáculo se sienten atraídos por la forma de trabajar de Robert. Por ejemplo, cuando Jhonny Depp rodó “Érase una vez en México” se quedó asombrado porque filmó su participación en ocho días. Robert es un tipo a quien no le gusta perder el tiempo.
- ¿Piensan en el Oscar?
- Uno nunca sabe. Para nosotros eso no es lo más importante. Los dos somos miembros de la Academia y votamos. Sería lindísimo obtener uno porque es la validación, ante el mundo, del trabajo realizado con dedicación.
- ¿Cómo es su relación con Salma Hayek?
- Ella es nuestra comadre. Es una persona muy querida porque apoya el talento de exportación de nuestros países. Tomó lo que le dimos un día y lo compartió con otros actores. Le interesa ayudar y dar a los demás.
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