Con apenas 18 años, esta joven venezolana ha recorrido con sus zapatillas puestas las galas más afamadas del ballet internacional, haciéndola acreedora de grandes reconocimientos, Actualmente representa la única bailarina latinoamericana inscrita en una de las academias más importantes de ballet reconocida internacionalmente: la Escuela de Danza de la Scala de Milán.
Con el característico traje de bailarina, un tutú rojo y negro, sus zapatillas y un abanico de color oscuro, Francesca, se encontraba en horas de la tarde en el Teatro Municipal de Valencia, realizando los últimos ensayos para lo que sería su presentación de esa noche, en un evento llevado a cabo por la academia valenciana de danzas “Nueva Era del Ballet”, con motivo a su duodécimo aniversario.
Con el característico traje de bailarina, un tutú rojo y negro, sus zapatillas y un abanico de color oscuro, Francesca, se encontraba en horas de la tarde en el Teatro Municipal de Valencia, realizando los últimos ensayos para lo que sería su presentación de esa noche, en un evento llevado a cabo por la academia valenciana de danzas “Nueva Era del Ballet”, con motivo a su duodécimo aniversario.
Entre arabesques, assembles, attitudes, batteries y giros, todos ellos clásicos movimientos del ballet, Francesca repasa el Pas de Deux de Don Quijote, pieza en la que interpretaría esa noche el papel principal junto al también bailarín Antón Fajardo.
Pero no lo hace sola, a su lado se encuentra Nina Novak, quien ha sido su mentora y maestra de ballet durante catorce años de su vida. Cuando algo sale mal, basta con que Nina, con un carácter fuerte y exigente diga sus indicaciones para que comience de nuevo hasta que salga el movimiento de la forma más impecable posible.
Luego del ensayo Francesca se toma su tiempo para despojarse de su atuendo y opta por uno más cómodo. Con un conjunto deportivo negro y unas gigantes pantuflas con el diseño de una conocida figura de dibujos animados, baja las escalera del escenario disponiéndose a conceder la entrevista.
“Son para mantener mis pies calientes”, asegura Francesca, cuando le pregunto sobre sus peculiares “zapatos”. “La vida de la bailarina es muy sacrificada, nos salen ampollas, las uñas se encajan, se deforman los juanetes, puedes ver a una bailarina muy bella, pero le miras los pies y son un desastre. Es un sufrimiento porque estar en punta entre un yeso y el piso, no resulta nada fácil, pero ya con el tiempo te acostumbras”.
Aunque para ella, este hecho no es tan relevante en comparación a otras cosas que ha tenido que sacrificar, como por ejemplo el estar más tiempo alrededor de los suyos, “he sacrificado el tiempo que he podido estar con mi familia, no he estado con ellos tanto como quisiera, prácticamente no tienes vida social”, nos comenta.
Pero como todo esfuerzo tiene su recompensa, el producto de este arduo trabajo ha sido bien gratificante. La lista de premios que tiene en su haber son innumerables, lo que representa una verdadera hazaña, sobre todo cuando se compite en la cuna del ballet como lo es Europa: en el año 2005 quedó como finalista en una competencia llevada a cabo en Moscú, Rusia y resultó ganadora en el “International Dance Competition”, en Seúl, Korea. Para el 2006 salió favorecida con una Beca para la “John Cranko School” en Prix de Lausanne en Suiza. Ese mismo año obtuvo la medalla de plata en el “Arabesque Competition” en Rusia y en Estados Unidos fue finalista y ganadora del Jury Award en la “Competencia Internacional de Ballet”. En 2007 se alzó con la medalla de oro en la “Competencia internacional de Ballet Clásico” en Corea, nuevamente ganó el Jury Award, realizado en esa oportunidad en Shanghái, China y alcanzó el segundo lugar en el Youth America Grand Prix en Nueva York y una beca para la escuela de La Scala de Milán en Italia, donde actualmente recibe clases.
Bailarina por casualidad
Keka, como la llaman sus más allegados, nació en Caracas un 4 de agosto de 1989 y a la edad de 4 años trazó su destino cuando fue inscrita por recomendación del médico a practicar clases de ballet, “un traumatólogo mandó a mi madre a inscribirme en clases de ballet por problemas de la rodilla, nunca fue por voluntad propia, luego que me recuperé de la lesión, me sacaron de las clases, pero dije que quería quedarme”.
Desde pequeña sobresalió entre todas las chicas en la academia de ballet Clásico de Cámara dirigido por quien fue la primera bailarina del Ballet Rosa de Monte Carlo, la polaca Nina Novak y quien ha sido su tutora desde pequeña. La calidad interpretativa y la pulcra técnica de Francesca, producto de años de estudio la ha llevado a presentarse con piezas como “El Cisne Negro”, “El Cascanueces”, “Llamas de París”, “Don Quijote”, “El Lago de los Cisnes”, y muchas otras, en escenarios tanto nacional como internacionalmente, codeándose con las más grandes figuras de la danza.
“Decidí ser bailarina apenas a los 7 años, cuando fui a ver una pieza de “Romeo y Julieta” en el Teatro Teresa Carreño, simplemente me enamoré y dije que quería hacer lo mismo que ellas, me parecía una cosa espectacular todo lo que lograban expresar y transmitir con sus movimientos”, recuerda Francesca, quien asegura no saber si ése hubiese sido su destino de no ser por la lesión de rodilla.
Pero si hay algo que tiene en mente es que quiere llegar tan lejos como sea posible, “mi meta es ser Primera Bailarina”, es el sueño por el cual está trabajando, por ello actualmente tiene fijada su residencia en Italia, donde recibe clases en la prestigiosa escuela de la Scala de Milán, lo que es apenas la recta final de su fase preparatoria que comenzó cuando era muy pequeña. “Salí favorecida con una beca por un año para estar en esa escuela debido a un concurso en Nueva York. Ya terminé el año y luego ellos me invitaron a quedarme ya como alumna fija, lo que sería un hecho muy positivo para mi carrera, porque significa que voy a poder graduarme allí y se me abrirían muchas puertas a nivel mundial”, añade Francesca quien tiene como meta especializarse para audicionar en las profesionales compañías de ballet, sobre todo en el American Ballet Theater de Nueva York.
En la escuela recibe clases de 9 de la mañana a 5 de la tarde, de lunes a sábado, aparte de estudiar ballet clásico, recibe clases de danza contemporánea y neoclásica, la parte teórica, como historia del ballet, de la música y anatomía, entre otras.
En su tiempo libre va a clases de italiano o a su casa donde vive sola. A partir del mes de octubre tiene pensado comenzar una carrera universitaria en el turno nocturno, donde estudiará comunicación de artes impresas
-¿Qué se siente ser la primera latinoamericana en recibir clases en esa academia?
-Es muy divertido, porque los latinos somos muy diferentes a los europeos, aunque al principio me resultaba muy difícil porque no dominaba la lengua, no tenía amigos y no podía comunicarme con nadie, pero ya hablo italiano y me estoy adaptando poco a poco.
-¿Imaginaste alguna vez que ibas a llegar tan lejos?
-No (risas), cuando gané la medalla de oro me quedé paralizada en el escenario y no lo podía creer, sobre todo por estar rodeada de gente tan importante del mundo del ballet, gente muy famosa que normalmente uno ve en YouTube, no es alguien que uno ve todos los días, fue realmente estupendo. Todo esto que me ha pasado es indescriptible, aún no me lo creo.
-¿De todas las presentaciones que has tenido, hay una que te haya marcado?
-Sí, la primera vez que bailé en el Teresa Carreño, siempre tuve el deseo de bailar en ese teatro que es espectacular. Pero aparte de eso, todas las veces que me monto en un escenario es una experiencia diferente que nunca se me va a olvidar, es como un momento mágico.
-¿Has tenido alguna lesión haciendo ballet?
-Hace como dos meses me diagnosticaron una fractura por estrés en el peroné derecho y estuve parada por 3 semanas en vez de los 2 meses que me indicó el doctor, porque no aguanté más, pero ya se encuentra bien.
-¿Qué es lo más difícil de ser bailarina?
-La vida social es súper difícil, a menos que no estés alrededor de gente que haga lo mismo que tú, en Italia es diferente porque estoy con la gente del ballet, pero aquí era otra cosa. En el colegio nada que ver, iba a hacer los exámenes todas las semanas y ya. Aparte de eso hay que hacer dietas y las rutinas de entrenamiento en el gimnasio todos los días, debes ser muy disciplinado.
-Eres un ejemplo a seguir para muchas niñas que se están iniciando en este mundo, eso te exige trabajar más para hacerte cada día exigente contigo misma
-Cada vez que vengo a Venezuela siento que tengo que mostrar todo lo que he aprendido afuera, porque tal vez hay niñas que quieran llegar a hacer algo grande en el futuro y están buscando cosas así en el país, pero no se ven casi y es una lástima porque hay demasiado talento aquí, trato de aprender todo, para luego enseñarlo.
-¿Que les aconsejarías a esas niñas que están comenzando en el ballet?
-Es muy difícil la vida de la bailarina, pero hay que seguir adelante, puedes llorar muchas veces, te pueden sangrar los pies, te puede pasar de todo, pero de eso se trata, tienes que pasar por eso y que no sea obstáculo para que alcances tus metas.
-¿Hasta cuándo te ves como bailarina?
-Creo que toda mi vida, cuando tenga una edad considerable dejaré de bailar, pero aun así seguiré inmersa en este mundo.
Fuente:
Diario El Carabobeño
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