martes, julio 20, 2010

Erich Wildpret actor profesional

Este actor venezolano no suele encabezar titulares de prensa escandalosos, no da declaraciones polémicas, ni convierte su vida sentimental en un circo al alcance de todos. Su presencia en los tabloides es tan intermitente como la aparición de películas venezolanas en cartelera que, aunque pocas, hacen de Erich uno de los talentos más solicitados del cine nacional




Dicen que le gusta el anonimato. Que es reclusivo, intenso. Personalmente encuentro estos juicios contradictorios, pues a mí entender, un actor es alguien que en el fondo (y en la superficie) disfruta de ser visto. De lo contrario, no se pararía frente a una audiencia para que lo vean miles de personas. ¿No?

Así que si de adjetivos se trata, prefiero tildar a Erich Wildpret de actor profesional. Uno de verdad. Formado en las tablas de teatro y no en los gimnasios o pasarelas. Que se muestra y trabaja sólo en función de los personajes que interpreta y no de su imagen ante el público. Que se compromete primero con las ideas y energías de lo que va a interpretar. Un tipo que come gracias a que actúa. ¿Intenso? Tal vez para algunos, pero poco le importa.

“No sé trabajar de otra manera. Me encantaría tener otra forma de trabajar, pero no puedo. Hay actores que pueden manejar mil cosas a la vez sin que eso implique un detrimento de su trabajo y eso me encanta. Yo no puedo”, comenta Wildpert.

— Hay actores que piensan más en su figura y la manera en que el público los percibe antes que en el personaje que interpretan.

—A título muy personal, para mí es más interesante estar en función del personaje. Si necesito hacer cosas que beneficien mi carrera, trato de endosar al personaje características que no son él. Pero se necesita no que sea yo, sino que sea él. Y si el personaje te dice: “Yo soy así”, hay que dejar escuchar esa voz.


—¿Y cómo haces para escucharla?

—Yo necesito tener el tiempo suficiente para entenderlo, necesito ensayos, distanciarme, entender el contexto, saber qué lo mueve y por qué toma las decisiones que toma. Trato de quitarme de encima lo que me hace Erich Wildpret, para poder acercarme al personaje.




—¿Mientras menos se sepa de Erich, mejor?

—Me ha tocado estar desnudo en una obra de teatro a centímetros de la primera fila, interpretar personajes con posiciones ideológicas reñidas a las mías, tendencias sexuales diferentes, travestís... Nunca he pasado por circunstancias tan álgidas como las de varios de mis personajes y, para poder encararlas, hay que aproximarse con compromiso. De lo contrario, siento que no estaría siendo justo ni con el personaje, ni con la oportunidad de trabajo. Para hacerlo así, prefiero que lo haga otro.

-¿Qué no estarías dispuesto a hacer como actor?

—Si siento que no tengo un vínculo con el personaje, para que el trabajo tenga cuando menos un desarrollo, prefiero no hacerlo. Si no hay compromiso con la historia, no se le dice nada a nadie y es más un tema de mercado, me lo pienso. Si la película es de terror y la historia tiene sentido y dice cosas con las cuales comulgo, no tengo problema. Me cuesta trabajar cuando no hay compromiso con lo que se está haciendo. Suena tal vez un poco radical, pero no es así. En cambio, cuando las personas como Elia Schneider y José Ramón Novoa están tan comprometidos con lo que hacen, para mí es muy fácil hacer el trabajo.”

Un Lugar Lejano


Erich se da el lujo de rechazar las múltiples ofertas que le llegan para trabajar en televisión, las telenovelas no son lo suyo. Para lo que no chista, es para aceptar volver a trabajar con la dupla Novoa/ Schneider, responsables de Punto y Raya, Sicario, Huelepega y El Don. Este prolífico matrimonio regresa a las pantallas de cine con la que puede ser su película más intimista hasta la fecha, Un Lugar Lejano. Esta coproducción iberoamericana fue rodada entre Caracas, Galicia y la Patagonia Argentina con la participación de Marcela Kloosterboer, el español Tristan Ulloa (quien repite en Venezuela luego de su actuación en Maroa) y por supuesto, Erich Wildpret en el papel protagónico.

Su personaje, Julián, es un fotógrafo lleno de frustraciones. Le acaban de descubrir un cáncer que va minando sus fuerzas y quitándole toda esperanza. Sin embargo, tiene una visión. El sueña con una foto que nunca ha tomado. Se aventura hacia ese Lugar Lejano, donde no sólo encuentra la foto, sino a una mujer y eventos inesperados que cambiarán su vida para siempre.

“La película habla de un viaje, yo en lo personal siento que es un viaje exterior como excusa hacia un viaje interior. Julián se cuestiona qué hacer con el tiempo que le queda. Nosotros pensamos en el tiempo como algo que siempre está ahí. Incluso cuando se te anuncia la muerte de un familiar, cuando vez en las noticias que se cae un avión, uno piensa que esas cosas no nos suceden a nosotros. Caracas es una ciudad insegura, pero a mí no me ha tocado y sigo no tomando precauciones al respecto. No pensamos en esas cosas salvo cuando nos toca de una manera directa e inminente a la cual no podemos darle la espalda. Ese es el caso de Julián. Él empieza a cuestionar todas las decisiones que ha tomado en su vida y se da cuenta que ninguna la hizo por las razones que para él ahora tienen significado.

— Dices que descubres algo nuevo de cada experiencia actoral en la que participas, que te gusta aprender… ¿Qué aprendiste de Julián?

—Tiendo a no medir mucho el riesgo que involucran ciertas decisiones. Después de haber interpretado el personaje, creo que si bien sigo tomando los mismos riesgos, ahora son más concientes, porque ahora sé lo que implican. Ahora sé cuál es la consecuencia en otra persona. Ahora sé lo que implica la ausencia, quiero pensar que ahora lo manejo mejor, pero no lo sé. Tendía a no valorar la ausencia en las personas que quiero. Ahora lo hago, quiero pensar que tal vez con un poco más de conciencia.

— Muchas veces el miedo a la muerte viene por metas incumplidas y objetivos no alcanzados. ¿Estás satisfecho con lo que has logrado hasta ahora en tu carrera?

—No pienso mucho en mi carrera. No tomo decisiones supeditadas a la carrera. Estoy más a la expectativa de qué cosas se van gestando y a ser consecuente con ese proceso. Trato de no ser yo un obstáculo para que las cosas se den. Prefiero involucrarme con las personas en las que creo, con quienes comparto cosas que decir. Por ejemplo, en esta película, lo que me atrajo fue mi relación con José Ramón y su esposa Elia. Ya habíamos trabajado juntos antes, estimo mucho nuestra relación por la manera en que nos comunicamos y buscamos cosas en común, esto siempre me va a llevar a querer repetir la experiencia. ”

—¿Piensas en la muerte? ¿Cuál es tu relación con ella?

—Es muy activa. Tal vez tendría que empezar porque en este momento, no me preocupa. Capaz que me preguntas en tres meses o un año y el pánico que tengo ni te lo cuento, pero en este momento de mi vida, no. Creo que de cuando en cuando, tenemos que recordar la existencia de la muerte para ser responsables de lo que significa estar vivos.

—¿Y a qué le tienes miedo?

—Siento temor por la ignorancia. No hablo de sabiduría, sino de ese desdén, despreocupación por el otro. Ignorar al otro, ignorar la vida de los demás y el posible efecto que uno pueda tener en ellos. El “Yoismo”. Olvidarse de lo demás voluntariamente me asusta, actualmente estamos pasando por circunstancias en el país que vienen de eso. Y tenemos que aprender de ello. Si hay algo a lo que le tengo temor es al desconocimiento del otro y a dar las cosas por sentado. ¿Le digo a la gente que quiero cuánto lo quiero? ¿Los abrazo al final del día para demostrarles que significan algo para mí?”

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—¿A quién abrazas tú en la noche antes de acostarte?

— Por ahora, mientras estoy en Caracas, a mi mamá. Como voy constantemente de Caracas a Los Ángeles, me quedo en casa de mi familia. Pero tiendo a ser muy físico en la expresión del cariño. A mis amigos, por ejemplo, los abrazo todo el tiempo, pero como nadie. Y obviamente, a mi pareja.

—¿Te quedas en los Ángeles definitivamente?

—Voy y vengo. La idea de ir hasta allá era cobrar algo de distancia y alejarse de este entorno. Porque a veces es precisamente en la distancia donde te das cuenta de las cosas que te hacen falta y aprendes a revalorizar aquellas que siempre estuvieron ahí. Mis afectos, amistades, Caracas. Si estoy fuera de Caracas, la llevo conmigo… Y si la llevo conmigo, ¿existe esa voluntad de volver? Y cuando te das cuenta que sí, el regreso se te hace más gratificante, porque estás allí porque realmente quieres.

—¿Cómo están las oportunidades laborales por allá?

—En el aspecto laboral siempre he tenido mucha fortuna. Trabajo no ha hecho falta hasta la fecha.

—Y sin embargo, prefieres trabajar en Venezuela.

—Hacer cine en Venezuela, para mí tiene mucho sentido. Obviamente afuera las condiciones son mejores: mejor producción, distribución, remuneración, un trabajo te abre las puertas de otro, sí, todo es verdad. Pero es verdad pensando sólo en las cosas que me convienen a mí. Pero allá las cosas ya están hechas, hay una industria que nosotros no tenemos. Y por eso es que para mí tiene sentido seguir haciendo cosas aquí, porque creo que aquí estamos en esa etapa que nos define desde lo cultural, estamos reencontrándonos con lo que somos, aquí los directores literalmente hipotecan sus casas para poder financiarse su película. Eso es compromiso.

—De un tiempo para acá, se te ve mucho en la pantalla.

—Ha sido absolutamente circunstancial. Un Lugar Lejano se rodó hace dos o tres años atrás. Y tengo otros proyectos que se han rodado antes y que aún no han salido. Desautorizados de Elia Shneider, El Día de los Pobres de Diego Velazco, El Paraíso del Más Allá de la gente de Cinema Sur y Muerte en Alto Contraste de César Bolívar. La intención no fue la sobreexposición, sino la experiencia de trabajar con gente con la que comparto las cosas que tienen que decir.

—Has trabajado con varios directores importantes de Venezuela, ¿Qué tienen los Novoa que los hace tan especiales como para repetir la experiencia?

—Mi acercamiento a ellos vino primero por lo humano, antes que por su trabajo. Yo vi una obra de teatro de Elia, La Lección, que me impactó mucho y sabía que quería trabajar con ella apenas hubiera oportunidad. Cuando comenzamos a hacer cine, fue que comencé a buscar las películas de José Ramón.

—¿Y con qué otros cineastas venezolanos logras esa conexión?

—Mi película venezolana favorita de todos los tiempos es Homicidio Culposo. Lo que me dejó esa película en aquel momento, fue lo que me hizo querer trabajar con César Bolívar. Seguimos sin entender cuál es el lugar que ocupa nuestro cine, pero a mí esa película me dijo mucho y me ubicó. También me encanta el trabajo de Diego Rísquez en cuanto a la estética, está probando constantemente cosas nuevas. Jericó de Lamata es un peliculón. Son muchos. ”

Cualquier persona que asuma el arte con compromiso y como una tribuna para intercambio de ideas, hace que me quite el sombrero. Me alejo de lo fácil que puede ser trabajar sin amor, de todo lo que va a lo mecánico. Lo otro no se ve tan a menudo. Conecto con quienes trabajan con pasión y compromiso, más allá del resultado. La pasión detrás es lo que me interesa.



Fuente:Revista Sala de Espera

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