Su trazo no es inocente, pero sí el mensaje de sus dibujos, reflexivos, tiernos, sin dejar de sorprender su estilo autodidacta, con una firma ya marcada para no igualarse a ningún otro. Con el alma de un niño y la sabiduría de un anciano, resalta en sus dibujos el humor y las reflexiones que invitan a saborear la vida con conciencia y felicidad, con trazos sencillos, precisos y en cada trabajo más elaborado.
Por: Karla Pravia
28 de Agosto de 2007
Miguel Urbano tiene el humor típico de los orientales, su tierra Carúpano en el estado Sucre, pero la presión de las necesidades en la vida llevan a tomar decisiones drásticas como cambiar el rumbo de lo planificado, depositando la esperanza en una tierra prometedora e inhóspita como era Ciudad Guayana para 1986, cuando llegó con el fin de hacer un nuevo nido para su familia.
Dibujante de manera autodidacta, sin compararse con otros artistas, amante del claroscuro, sin hacer ningún curso de arte por rebeldía, pero siempre con el placer inconsciente de apoderarse de la mesa, tener un lápiz en su mano y al frente una hoja donde plasmar la idea.
Sus trabajos están cargados de un mensaje por una sociedad mejor, sensibilidad, la tradicional ternura que en muchos artistas evoca la imagen de una mujer, sobre todo si ésta está embarazada.
A la final fue el servicio de seguridad donde ha dedicado la mayor parte de su vida, siempre aprovechando los ratos libres para darle rienda suelta a su pasión por el dibujo. Hasta el momento no ha hecho ninguna exposición, pero es una de sus metas trazadas, mirando en grande, transformando sus trabajos de un formato sencillo hacia uno de mayor tamaño.
Con sus 45 años puede decir que ha vivido para ahora sentarse a enseñar con sabiduría a las futuras generaciones. Se arriesgó a venirse a Ciudad Guayana buscando un terreno con más oportunidades, dejando su carrera de diseño en la Universidad de Oriente en Maturín, y al arribar al macizo trabajó con CVG Alcasa en el área de seguridad.
“¿Quieres un café?”, saltó su esposa, el tradicional y cálido ofrecimiento en la gran mayoría de los hogares de este país, mientras era posible en la mesa grande de madera recién adquirida por Miguel Urbano para transformar sus trabajos pequeños en formatos de mayor tamaño, el papel y el resto de los materiales dispuestos a la creatividad de su mente y la sensibilidad de su espíritu.
- ¿Cómo entró el dibujo en la vida de Miguel Urbano?
Mis inicios fueron desde pequeño. Tuve la alegría que a mi mamá le gustaban mucho las manualidades, las cosas artísticas. No tengo estudios de arte, lo que sé salió de mi.
- Me decías que en tu trabajo te recomendaron un pintor para que te guiara
Un compañero me dijo que fuera donde Ricardo Hernández, un pintor de aquí. Cuando conocí el trabajo de Ricardo Hernández me motivé un poco y me dijo que hiciera obras en formato más grande para una mayor salida.
- ¿Qué le inquieta a Miguel Urbano?
Lo que pasa en mi entorno, la sociedad, a veces cuando tengo sentimientos encontrados que me brotan. Son cosas muy bonitas que escribo o plasmo en una obra.
- ¿Siempre estás creando?
A veces paso horas frente a la mesa y no logro concretar nada. También le debo a mi esposa, que es mi fuente de inspiración.
- Dicen que los talentos vienen por genes.
La raíz la traigo de mi madre, aunque mi padre insistió que estudiara Arte. Por muchachadas no lo hice, era un poco terco. Ahora me arrepiento mil veces de lo que hice.
- ¿Actualmente a qué te dedicas?
Ahorita estoy trabajando en el área de seguridad en el Bingo Roraima. Les tengo mucho que agradecer por la paciencia que han tenido. En mi tiempo libre logro hacer mi trabajo.
- Veo muchos dibujos sociales como el indigente y también la mujer indígena embarazada.
Siempre me ha gustado ver las mujeres embarazadas, porque es lo más bello que puede haber en esta vida. He hecho varios cuadros de mujeres embarazadas y se han vendido muy bien. Hay pintores que me dicen que tengo una obsesión sexual con las mujeres embarazadas, y no es eso, sino que es una forma de valorar a la mujer.
- ¿Qué es la vida para Miguel Urbano?
Una cosa muy bella y muy dulce y a veces muy amarga y triste, pero que hay que saberla llevar, sobrevivir en este mundo, tratar de dar lo mejor siempre. Preocuparme por hacer el bien, y no de lo que diga la gente.
- Al ver tus caricaturas, ¿eres muy alegre?
A veces soy alegre, a veces rayo en lo fastidioso, a veces soy seco y amargado, hay veces que amanezco con el pie izquierdo atravesado y no tengo esa alegría, será por los años y las experiencias de la vida; pero sí soy muy juguetón y las comiquitas siempre me han fascinado.
- ¿Cuáles han sido los laberintos de Miguel Urbano?
El primer laberinto fue hacer mi vida, formar una familia, empezar a educar a mis hijos, a conocer más a mi esposa, a tomar responsabilidades, seguir luchando.
- ¿Te atreverías a hacer un mural en la ciudad?
Creo que sí, si me dan el espacio, sí.
- ¿Dónde te desenvuelves mejor?
Lo que me sale más fácil son las caricaturas. Esto de trabajar en blanco y negro me gusta, abrí la caja de esto y me fascina, es un nuevo regalo y que descubres algo desconocido.
- ¿Y los retratos?
Yo hago los retratos pero son un poco más forzados. Es más difícil para mi hacer el rostro de una persona que un dibujo según mi inspiración, mi concepto, lo que siento por dentro. Después que empecé a trabajar en claro oscuro conseguí ese libro sobre Maurits Cornelis Escher, y no sabía nada de él, ni había estudiado arte.
- ¿Cómo es ese proceso de creación?
Sencillamente me levanto de la cama y tengo ganas de dibujar, o puede ser al mediodía. Si me pongo a presionar el dibujo no me sale. Creo que es un pequeño defecto por falta de escuela.
- Me dijiste que eres autodidacta, sin formación en el arte, pero, ¿tienes algún pintor que admires?
Mira, generalmente no he sido seguidor del arte, sí me gusta mi trabajo, pero sí me crucé con un libro sobre el pintor Maurits Cornelis Escher, y me sorprendió que sus obras son muy parecidas a las mías, sólo que lo que él hace son grabados y lo mío son dibujos.
- ¿Haz pensado tomar el arte como una forma de vida?
La única forma de tomar el arte como forma de vida es si consigo un trabajo más estable.
- ¿La ves como una actividad extra?
Es una actividad extra porque me está generando algo adicional, pero no de dejarla.
- ¿Pero haz pensado en formarte profesionalmente?
Sí he pensando hacer un curso, pero donde averigüé me asustaron los precios.
- ¿Haz pensado llevar tus caricaturas a los periódicos?
He llevado mis trabajos a varios periódicos de la ciudad. Pero donde he ido me decían para hacer mi trabajo sin recibir ningún beneficio.
- ¿Se puede vivir del arte en Venezuela?
Es un poco pesado. El artista es un poco mal visto, no sé si esa es la palabra adecuada, pero la gente no valora el trabajo de los artistas. Por ejemplo, en mi caso dicen que es porque yo lo hago en mi tiempo libre y no puedo cobrar por eso, es decir, no han valorado al artista.
Valorar
“Pero ¿por qué cobras por una caricatura o un retrato?, ¿Acaso eso no lo haces en un tiempo libre?”, son frases que se han topado con mucha frecuencia en la vida de Miguel Urbano, denotando así la visión sobre el artista plástico. Todo esfuerzo es un trabajo, indistintamente de cuál sea el tiempo que emplee para eso. A la final es el placer del artista por realizar la obra y también el placer visual de quien lo adquiere. Es allí donde este oriental insiste en que es necesario que se valore el trabajo de los artistas.
Fuente: Nueva Prensa
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