lunes, abril 14, 2008

La mágica improvisación de Gabriela Montero

Sin duda, este ha sidoel año de la pianista venezolana, quien recibirá, junto al directorGustavo Dudamel, el premio Echo Klassik,y lanzará un disco que promete seguirlelos pasos al exitosoBach & Beyond.

Gabriela Montero no es una persona común. No conforme con haber aprendido a tocar en un pianito de juguete —y por puro oído— las melodías infantiles que le cantaban sus padres, cuando apenas tenía un año y medio de edad, la venezolana ha logrado enloquecer a los públicos más selectos del globo con sus versiones improvisadas de los grandes compositores clásicos.


Por María de los Ángeles Herrera




Luego del precedente que sentó al haber vendido más de 90.000 copias alrededor del mundo —algo que califica de "insólito" dentro de este conservador contexto—, la pianista está lista para volar a Alemania para recibir, por segunda vez consecutiva, el prestigioso premio Echo Klassik de la Academia Fonográfica de Alemania, esta vez en la categoría de Mejor Período Clásico sin Fronteras, precisamente, por la producción Bach & Beyond. Sin embargo, en este momento su alegría no sólo tiene que ver con los numerosos galardones que ha recibido este año —entre ellos el distinguido Fellowship de la británica Royal Academy of Music— o con la próxima salida al mercado de su nueva propuesta sobre compositores barrocos. Se suma la oportunidad de compartir honores con el joven director de orquesta Gustavo Dudamel, con quien ha estado en escena en repetidas ocasiones: "Yo le tengo muchísimo cariño —confiesa— y, además, creo que se tiene merecido por completo todo lo maravilloso que le está sucediendo en su vida. Me encanta el hecho de que vayamos a recibir ese premio juntos, porque somos venezolanos y somos amigos". Hace casi un año Gabriela dejó Caracas y estableció su base de operaciones en Nueva York, por ser una ciudad más céntrica para poder volar por Europa y Estados Unidos, donde se lleva a cabo el grueso de sus recitales; pero, sobre todo, para dedicarle más tiempo a sus pequeñas —de cuatro y 10 años— y ser lo más cercano a una mamá normal: "Yo viajo constantemente, casi como si estuviera en un carro; doy mis conciertos, regreso a casa para estar con mis hijas y me vuelvo a ir, pero el no poder vivir en mi país es algo que todos los días me pesa terriblemente".


Único formato


Cálida, cercana, pero a la vez llena de un elegante humor negro que, además de ser bastante particular, parece fluirle con la misma naturalidad que sus alabadas improvisaciones, así se escucha Gabriela al otro lado de la línea. No fue sencillo concretar la entrevista. En medio de una más de sus agitadas mudanzas —esta vez a Boston— y con una agenda llena de actividades infantiles y decenas de conciertos que, entre una cosa y otra, aún no ha podido preparar, esta virtuosa de las teclas se toma unos minutos para conversar. Su pausado verbo, que en un principio pudiera tomarse como un rasgo de timidez, parece ser más bien un producto de la madurez que otorga el tener que aprender a lidiar con lo bueno y lo malo de un don musical innato.

Tiene 37 años y hace 32 dio su primer recital en público; el empezar tan temprano fue, precisamente, lo que más presión le impuso: "Tener un talento de cuna no te permite realmente escoger, porque ese talento es dueño de todos tus pasos. Yo traté muchísimas veces de dejar el piano, quise explorar quién era en otros formatos y, después de muchos años, me di cuenta de que tenía que estar en paz con quien soy yo como músico. Creo que para el niño prodigio es muy difícil diferenciar entre la persona y el artista. Hubo momentos en los que sentí que mi lado como ser humano estaba aplastado por el prodigio y no podía evolucionar. Ese es el gran reto del niño prodigio que crece, porque son muy pocos los que llegan a evolucionar a un nivel donde ya el artista adulto tiene tanto o más mérito que el niño".


Hoy muchos alaban la naturalidad y la maestría de sus improvisaciones, donde fusiona de manera completamente impredecible estilos clásicos, barrocos, románticos y hasta se da el lujo de jugar con el jazz y con ritmos latinos, pero la espontaneidad de sus recitales no ha sido una constante. Incluso, llegó a alejarse de los escenarios para incursionar en otros ámbitos —incluyendo los roles de madre y esposa—, pero su ruptura amorosa y el contacto con la pianista argentina Martha Argerich, le dieron el empujón que le faltaba para enfocarse definitivamente en su carrera internacional y hacer de la improvisación su sello personal, comolo comentara The New York Times en una edición de septiembre de 2006,luego del éxito obtenido con su anterior producción discográfica. A estas alturas no tiene idea de dónde proviene la musa que la lleva a improvisar. "Eso es un misterio para mí también", afirma al tiempo que deja colar una risa que se convierte en una constante en su discurso y que es imposible pasar por alto, no porque sea ruidosa, sino porque es el complemento perfecto de ese humor tan particular que la caracteriza. "Cuando improviso no pienso, hay como un canal abierto a un universo de música en el cual yo soy un instrumento y dejo que fluya, pero no es un proceso consciente".


¿Recuerdas la primera vez que te animaste a hacerlo en público?


"Bueno, según mis padres —y eso está grabado—, a los dos o tres añitos estaba improvisando. Siempre fue parte de mí. Pensé que todo el mundo improvisaba y hace pocos años me enteré de que no era así. De niña siempre lo hacía, luego, cuando estuve estudiando en Miami —con una profesora que, realmente, me hizo mucho daño— dejé de improvisar, porque ella consideraba que eso no tenía nada de especial ni de válido. Durante ese período de, aproximadamente, 15 años rara vez improvisé, hasta hace como seis años cuando Martha Argerich me escuchó tocar y me dijo: 'Gabriela, tú eres la única persona que conozco que puede hacer esto, ¿por qué no lo estás haciendo?'".


Hoy en día sólo contados artistas reviven a los clásicos, ¿de dónde viene tu pasión por este estilo?


"Mis estudios siempre fueron en música clásica y siempre fui concertista clásica. Ahorita lo que ha pasado con la improvisación, que es lo que está dando muchísimo de qué hablar, es que estoy reviviendo esa magia de la improvisación que era usual entre los grandes compositores del siglo XVII y XVIII". ¿Qué sientes al haber entrado a la cofradía de la Royal Academy of Music, de la cual forman parte destacados compositores como el pianista Michael Head, el trombonista John Kenny y hasta la vocalista, ganadora del Oscar, Annie Lennox?


"¡Imagínate! Ya ellos me habían otorgado otro reconocimiento, que es el de asociada, y el Fellowship que obtuve este año es la distinción más grande que le dan a los ex alumnos… Que te reconozcan en el lugar donde estudiaste es muy satisfactorio, además de que en esa academia yo me gané todos los premios que había para piano (risas). Fueron como cinco años de ser la consentida de la academia y fue increíble volver después de tanto tiempo".

Después de Bach & Beyond, ¿qué viene?
"Para mí ese disco es significativo, porque además me demuestra el hambre que hay en el mundo de la música clásica por la creatividad, por la diversión musical… Viene mi segundo disco de improvisaciones, que va a salir a la venta en el mercado de Estados Unidos en octubre, es sobre temas barrocos: Haendel, Albinoni, Vivaldi, Scarlatti... Hace poco también grabé un disco, que saldrá a principios del año que viene, con el gran chelista francés Gautier Capucon".


¿Hay algún venezolano que identifiques como prometedor?
"Me gusta mucho lo que hacen Alexis Cárdenas, violinista, y la pianista Vanesa Pérez. Me parece que son grandes talentos, además son amigos muy cercanos".



Llena de sorpresas
"Rochelera" entre amigos, cariñosa con sus hijas, profunda ante el piano,dulcera justo minutosantes de salir a escena —cuando come chocolatey se toma un refresco porque necesita "el bust"del azúcar—, exigente con su talento, plano en el que confiesa estar en una búsquedapermanente quele permita evolucionar,y hasta con una fuerte convicción humanitaria, que le viene de la época en que hacía presentaciones gratuitas en distintos ancianatos alrededor del mundo, parecen infinitos los matices que se aprecian en la personalidad de Gabriela Montero, quien, entre risas, señala que un buen título para su autobiografía podría ser "Mis muchas vidas".


¿Cómo es uno de tus días típicos?
"No hay días típicos (risas), no existe lo que se llama una rutina. Lo que sí te puedo decir es que la maleta siempre está al lado de mi cama y trato de estar en el piano lo más posible porque tengo tantos compromisos que necesito repasar las obras que voy a tomar la semana siguiente. No tengo tiempo para preparar las cosas con más anticipación. Estoy, ¡guao!, con llamadas, e-mails… si puedo pasar dos horas en el piano es un lujo, porque entre una cosa y otra yo soy mamá, mamá. Estoy con mis hijas todo el tiempo".
En tu portal se ve que tienes presentaciones hasta el año 2008…
"(Risas nerviosas) No, es que no está actualizado. Ya empezaron a contactarme para 2010 (más risas)".


¿Nunca puedes hablar de tiempo libre?
"Tiempo libre, hoy en día, tengo muy poco, y cuando lo tengo mi gran lujo es dormir (risas)".


¿Hay alguna otra pasión que te mueva tanto como la música?
"Me gustaría tener una organización humanitaria enfocada hacia los ancianos o hacia los niños, ya lo he hablado con mis mánagers. Si tuviera el tiempo ahora, lo haría, pero en este momento la prioridad son mis hijas. También tengo un hobby: me he mudado muchísimas veces en muchísimos países y mis amigos siempre comentan que tengo buen gusto para decorar mis casas, y es algo que me encanta, el poder organizar todo y después volverme a mudar, así tengo como un karma nuevo, ¿no? (risas)".


¿Los mejores momentos?
"Cuando hice mi debut con la Filarmónica de Nueva York el año pasado; sin duda, esos cuatro conciertos, que estuvieron repletos, agotados. La energía, la electricidad que hubo fue increíble… Y para mí, regresar a tocar con la Orquesta Simón Bolívar y con la Orquesta Sinfónica Municipal es como llegar a casa".





Esencia criolla


A falta de piano…
"Hubiera estudiado, seguramente, Psicología".
¿Quién es la persona más interesante que has conocido?
"Tengo que decir, nuevamente, Martha Argerich".
¿El objeto más valioso que tienes?
"Mi piano (risas). Un Bösendorfer, que es un piano austríaco fantástico, de gran tradición. Ese es mi confidente, además".
¿Cuál es el sonido más hermoso?
"El silencio".
¿Y el que más odias?
"Detesto el sonido del anime cuando lo tocas o lo mueves".
¿El día más largo?
"Cuando tuve que dar a luz a mis dos hijas (risas)".
¿Qué invento revolucionaría tu vida?
"La clonación (risas). Eso ya está inventado, pero me encantaría que pudieran crear a alguien que fuera yo, pero con más energía y el doble de tiempo".
¿Tu mayor ambición?
"Ser un ejemplo para mis hijas de lo que es una mujer fuerte pero sensible, luchadora y que afronta la vida sin miedo y sin herir a los demás. También seguir hablando con mi música por mucho tiempo más".
Una manía de la que te gustaría deshacerte
"Jorungarme las uñas (risas). Yo me las arranco, básicamente. Sé que no las puedo tener largas, obviamente, pero desde chiquitica lo hacía. Ni me doy cuenta".
Otro talento extraordinario que te gustaría poseer
"Me encantaría poder ser una gran bailarina para comunicar con mi cuerpo lo que comunico con la música".
¿A quién le pedirías un autógrafo?
"Si pudiera, a Teresa Carreño".
¿Tu mayor miedo?
"Morir joven".
¿El escenario que te falta por conquistar?
"Hay lugares como Tailandia que me gustaría visitar, más que ir a tocar. Me gustaría poder ir a algún lugar sólo de visita (risas)".


Fuente: Revista Estampas

1 comentario:

Linda dijo...

Excelente, conmovedor y ademas que hermoso saber que una Venezolana deja en alto este bello pais. Dios te Bendiga Gabriela.