sábado, noviembre 29, 2008

Estilita de Pérez, manos que tejen sueños

Las ágiles manos desandan entre las fortalezas de las hojas. Las mismas van describiendo un mundo místico, en donde protagonizan los dedos de una predestinada como si se tratase de los antiguos hombres del maíz, descritos en las deidades religiosas del Popol Vuh.

El pintoresco pueblo de El Eneal, hermano siamés de Duaca, debe su nombre a la enea, planta herbácea, de la familia Tifáceas, que crece hasta más allá de 2 metros de longitud, propia de lugares de condición húmeda. De sus hojas fuertes y bien cimentadas, Estilita de Pérez, una emprendedora mujer de raíces tocuyanas, realiza una serie de piezas que realzan los poderes creadores del pueblo.

Alexander Cambero




Recorriendo las calles del poblado, en el sector El Común, justo detrás de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Estilita de Pérez relata su andar por la vida.


-¿Cuando comenzó a realizar piezas con la paja enea?


-Hace aproximadamente unos treinta años mi padre, un recio tocuyano, nos notificó que nos marchábamos del pueblo rumbo a la población de El Eneal, para aquel entonces distrito Crespo. Recuerdo que partimos con la ropa que traíamos encima. Allá en Morán, continúa, trabajaba con otro tipo de materiales, como hojas de cambur, paja dulce, ramos de diversos tipos de hojas. Al llegar al nuevo destino, me percaté de la abundancia y bondades de la enea y casi movida por un impulso comencé a trabajarla.


-¿Quien te enseñó a tejer?


-Mi madre en sus ratos libres me ponía a realizar estas labores. Me emocionaba ir dándole forma a distintas piezas y muñecos. Esta actividad viene con mi familia de generación en generación, creo que es una tradición que viene con mis ancestros, aprendida de la sabiduría aborígen.


-¿Cómo se prepara el material utilizado?


-La paja enea se recoge en sitios de mucha humedad, valga decir lagunas o charcas, se seleccionan las más largas, aquellas que no posean ningún tipo de picadas. Posteriormente se dejan al sol por cinco días, hasta lograr que la misma quede tostada y fácilmente manejable para el tejedor. Este material trae un revestimiento natural que la protege de los ataques de las polillas o insectos, explicó. Logra gran consistencia y durabilidad, además es magnifica para decorar cualquier ambiente.


-¿Recuerda cuando vendió su primer trabajo?


-No lo puedo olvidar. Estaba desempleada y una profesora de Barquisimeto necesitaba unos sombreros para una exposición de un liceo. Le indiqué con gran emoción que el sombrero más grande costaba cinco reales. Ella sin mayor discusión abrió su cartera y me compró aquel trabajo que significó el inicio de una faena con la que he criado a mis siete hijos.


-¿Qué precios tienen ahora?


-Los precios son módicos. Varían de acuerdo a lo que el cliente quiere. Hacemos ánforas, sombreros, cestas, muñecas, floreros y hasta nacimientos. Le cuento que un buen sombrero vale entre 20 a 40 bolívares fuertes, siempre el doble o triple más económico que en cualquiera tienda especialista en el ramo."Hay que entender que somos de los pocos en Venezuela que trabajamos con la paja enea".


Aprovecha esta oportunidad para decir que quiere expandir su radio de acción hacia diversos ámbitos de la nación. Pretende colaborar con la tradición del dictado de cursos y hacer exposiciones para que este arte precolombino no muera.


-¿Que áreas cubren con sus trabajos?


-Todavía es una práctica artesanal. Sin embargo tenemos pedidos de diferentes partes de la república. Asimismo muchos de lo que hacemos, tiene resonancia fuera de las fronteras patrias. He tenido encargos de Inglaterra, Francia, Estados Unidos y últimamente de México. Eso me llena de satisfacción y orgullo pensar que comencé hace treinta años, con una actividad que era vista por algunos como una forma de perder el tiempo. Creció y siguió fantaseando con seguir tejiendo el sueño de Venezuela.


Quiere que todo aquel interesado la visite en su residencia, situada en el sector El Común, calle Negro Primero, detrás de la iglesia de Nuestra Señora de La Asunción, El Eneal, parroquia José María Blanco, municipio Crespo. Teléfono: 0426-9564372. Después de compartir un delicioso café, salimos al encuentro de las calles del poblado.


Las campanas repicaban como testimoniando que la población de El Eneal, crece y fortifica su espíritu ciudadano con las hábiles destrezas de la enea, cuando rompe la calma de la laguna para exhibir sus penachos. Hay algo de simbiosis entre las manos que tejen sueños y el pasado de una comunidad, que mira el futuro con ansias de transformación.



Fuente: Diario El Impulso - Barquisimeto


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir esta bella historia llena de esfuerzo y encanto, los artesanos amamos lo que hacemos y es por éso, que las piezas son sencillamente...hermosas. Conocí a una artesana que tejía con sus dedos el sisal, y hace hermosos sombreros, carteras y muchas cosas, lo aprendió de los indios y nos dejó boquiabiertos al ver la rápidez y belleza de su tejido.