Pequeños productores de Ocumare de la Costa, en el estado Aragua, ofrecen sus cosechas cacaoteras a empresas dispuestas a pagar mucho dinero por el aromático rubro. Son unos 50 artesanales de la siembra los que se unieron al plan de la Fundación Tierra Viva, con la vista puesta en el mercado europeo y estadounidense, cuyos consumidores desean productos más naturales aún a altos precios
De los árboles que crecen en las márgenes de la brumosa y serpenteante carretera de montaña brota uno de los cacaos más finos del mundo, según los expertos.
El cacao, junto al café, fue el principal producto de exportación de Venezuela hasta que se descubrieron extensas reservas de petróleo a finales de los años 20 del siglo pasado.
Pero desde hace un lustro han surgido iniciativas para recuperar los cultivos que se extienden cerca de la línea costera del norte del país.
Una asociación de pequeños productores de Ocumare de la Costa, en el estado Aragua, a unos 100 kilómetros al suroeste de Caracas, obtuvo la certificación orgánica y ofrece sus cosechas a empresas dispuestas a pagar mucho dinero por el cacao de calidad.
La mayor parte del cacao venezolano se consume localmente y el interés en el cultivo se ha incrementado con la posibilidad de obtener mayores ganancias. Las primeras cinco toneladas de cacao venezolano certificado como orgánico y producidas por 20 agricultores se vendieron en diciembre a 8.500 bolívares el kilo (3,95 dólares), unas cuatro veces más que el cacao tradicional venezolano. La adquisición la hizo una empresa intermediaria italiana, informó José Gregorio Lugo, comercializador de la Asociación de Productores de Aragua (Asoprocar).
En espera de mejorar
Mientras otros 30 artesanales de la siembra de cacao esperan una nueva visita de la biocertificadora latinoamericana “Biolatina” para que certifique su producción, Lugo planea vender las siguientes cosechas directamente a chocolateros españoles e italianos, que han manifestado interés, “a 5 euros el kilo”.
Unos 50 cosechadores se unieron al plan de producción orgánica de la Fundación venezolana Tierra Viva, iniciado en el año 2000, con la vista puesta en el mercado europeo y estadounidense, donde los consumidores desean adquirir productos más naturales aunque tengan altos precios. Con el proyecto se han reactivado plantaciones ancestrales que apenas cinco años atrás eran escasamente trabajadas y daban una escasa cosecha, dijo Carmen Flores, una productora de 50 años de edad.Bajos precios en el mercado internacional de cacao en años anteriores contribuyeron a la pérdida de interés en la industria, mientras los agricultores se dedicaban a cultivos más rentables como plátanos.
Los productores se organizan para trabajar en grupos de diez o doce. Juntos cultivan, cosechan, abonan, desmalezan y podan.
El proceso del fruto rey de la costa caribeña
Durante la cosecha del cacao, entre diciembre y junio, cargamentos de este rubro llegan a la sede de la Asociación de Productores del estado Aragua (Asoprocar). Una camioneta llega cargada de cacao fresco y los hombres usan toda su fuerza para poner en las pesas los sacos del producto. Según Lugo, en 2005 se obtuvieron unas 70 toneladas del fruto.
Las semillas se depositan en cajones de madera y se cubren con hojas de plátano para fermentarlas. Cada 48 horas se mueven al siguiente cajón y al sexto día se colocan en un patio de cemento, donde permanecen otros cuatro días para secarse con el sol. Los granos secos se limpian y depositan en sacos de 60 kilos, listos para la comercialización.
Cantidad versus calidad
El cultivo del cacao se desarrolla en la franja ecuatorial, y aunque los países africanos son los mayores productores, en América hay mayor calidad, aseguran los expertos. En Ecuador, Brasil y Bolivia, por ejemplo, también buscan conquistar el mercado orgánico, creciente en las naciones desarrolladas.
Venezuela tiene una larga tradición de producción de cacao fino o aromático que es reconocida por los especialistas, aunque sus cosechas son escasas.Jorge Redmond, presidente de la empresa chocolatera El Rey, lo corrobora. Redmond, que destina parte de su producción del fruto a los Estados Unidos, Europa y Asia, resalta que las “condiciones de clima, luz, agua, viento” determinan la calidad del cacao venezolano, y aun cuando se transplante la semilla, las características no se pueden exportar.
Trabajo comunitario
Los productores organizados de la localidad aragüeña de Ocumare de La Costa no sólo siembran, recogen, enriquecen el suelo, lo limpian y podan los sembradíos. También transforman desechos naturales, como cáscaras y troncos, en fertilizantes e insecticidas para usarlos en las plantaciones.
La certificación orgánica, otorgada por la biocertifi cadora latinoamericana “Biolatina” verifica no sólo el uso de insumos naturales, durante el desarrollo y recolección de la cosecha del cacao, además vigila que exista una debida preservación de los suelos contra el agotamiento y que haya trabajo comunitario.
Fuente: Diario El Tiempo de Oriente
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