miércoles, julio 29, 2009

Margot Benacerraf, la venezolana que filmó con Picasso

A sus 82 años, la cineasta Margot Benacerraf cuenta en primera persona lo que fue aquella mágica experiencia de realizar una película junto al pintor español, en 1953





“Aquella, fue la proyección más bella que he tenido en mi vida. Bajo las estrellas, en Vallauris, al sur de Francia…

“Proyectaban mi película Reverón a todos los ceramistas y Picasso se sentó mi lado. A medida que el filme avanzaba, él se mostraba muy interesado. De repente, me dio una palmada en la pierna y me dijo, en un español muy malo, medio catalán, medio francés:

-Mañana tú y yo hacemos una película, pero no sobre mí, sino conmigo.



-¿Pero cómo, don Pablo, si yo no tengo cámara? Además, usted sabe, eso hay que prepararlo...

-No te preocupes, yo te dije que iba a haber un aparato de proyección para pasar a Reverón y lo conseguí. Mañana te mando a buscar a las 11:00 de la mañana.

“Y al día siguiente, puntual, estaba su hijo Polo esperando por mí.”

“Entonces me llevan a la casa de Picasso, donde él era como un rey. ¡Cómo lo adulaban! ¡Era algo hasta horrible!

“El pintor tenía una montaña de regalos: capas de torero —porque a él le gustaban los toros?, varas de picador… muchos obsequios. ‘Yo creo que alguien me regaló una cámara, yo no sé… por ahí debe estar…?, dijo, y apareció una de 16 mm. Entonces, mandó a comprar película reversible, lo que ha sido una desgracia para mí porque no hay copia, no hay negativo.

“Yo me repetía: ‘Dios mío, yo sólo he trabajado con cámaras profesionales de 35 mm. ¿Cómo voy a resolver con una camarita de 16 mm? Estaba aterrada, pero ¿cómo le decía que no a don Pablo?


“Él era muy metódico y todos los días repetía lo mismo —yo me he dado cuenta de que los genios son así, lo mismo sucedía con Luis Buñuel—. Tenía las mismas costumbres, a las mismas horas, era obsesivo. Y una de las obsesiones de Picasso era que él, como a las 11:00 ó 12:00 de la mañana, me pasaba buscando por el hotelito donde yo estaba y bajábamos a la playa.

“Empezábamos a trabajar entre 1:00 y 3:00 de la tarde, cuando el Sol está así (verticalmente). Yo decía: ‘No va a salir nada?, ‘yo no tengo experiencia en 16 mm?. Sin embargo, eso no lo detuvo. De inmediato, él comenzaba a jugar. Inventaba cosas todos los días… Por eso me decía que era una película para divertirnos. A veces, se acercaba a los bañistas y usaba sus rodillas como lienzo. Pintaba sobre ellas… Era muy lindo ver todo el proceso creativo de Picasso. Filmábamos casi todos los días, menos los fines de semana porque eran los toros.



“A las 3:00 en punto nos íbamos a almorzar al restaurante Tetou, que era especialista en una sopa que hacían con langosta y pescado. A diario, cuando pasábamos delante del vivero de langostas con todas las pinzas hacia arriba, me decía: ‘¿Verdad que es como La batalla de Paolo Ucello? Y yo le decía, ‘Sí, don Pablo?.

“Total que después no lo dejaban comer tranquilo. Venían a pedirle cosas: ‘Mire, don Pablo, no tengo dinero?, entonces él les dibujaba una paloma y se las regalaba para que la vendieran. Por eso es que hay tantas obras de Picasso en todas partes.

“Él siempre andaba con su corte al lado: estaban Edouard Pignon, otro pintor; sus sobrinos; su mujer, Françoise Gilot, que después escribió el libro Mi vida con Picasso.

“Al cabo de un mes ya habíamos filmado una gran cantidad de cosas. Nos fuimos a Niza, a tres cuartos de hora de Cannes, a los famosos estudios de la Victorina, donde se hicieron muchas películas durante la guerra. Allí vimos el material. Picasso estaba fascinado. Entonces le comenté: ‘Tenemos que terminar la película. Yo la voy a llamar Diario de un verano en 1953? y le propuse hacer el final en cámara lenta”.

Lejos de Franco

“Tengo que recordar que yo estuve en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCV con profesores republicanos españoles: personajes como Juan David García Bacca, Eugenio Imaz y José Bergamín, fueron mis maestros. Más que de una Facultad, se trataba de una escuela viva. Por eso siempre digo que soy el producto de los republicanos españoles en el exilio.

“Cuando me fui a París, en 1950, me llevé una cantidad de cartas para otros republicanos españoles allá. Yo las entregué e hice amistad con ellos en París. En el 51 filmo Reverón; en el 52 la película gana el Premio Internacional de Documentales de Arte; en el 53, recibe galardones en el Festival de Berlín y un crítico francés escribe grandes elogios en la revista Cahiers du Cinema… Fue impresionante, porque Reverón es un mediometraje que mereció página entera en todos los periódicos y revistas. La película fue catapultada e inauguró el primer cine de arte y ensayo de París, en los Campos Elíseos.

“Entonces, un buen día de verano, estos republicanos españoles que yo veía con frecuencia estaban apreciando el éxito que tenía Reverón en las salas de París, y una mañana me preguntaron: ‘¿Tú quieres ir al estudio de Picasso??. Yo les respondí: ‘¡Claro, como no, encantada!?.

“Un sábado por la mañana me llevaron al taller del pintor en la Rue des Grands-Augustins, donde pintó el Guernica. Todo lo que interesaba en París se reunía allí los sábados. Recuerdo que en esa oportunidad coincidí con el escritor Jean Cocteau.

“Picasso estaba allí entre sus cuadros y estos españoles que me llevaban de la mano le dijeron: ‘¿Tú ves a esta niña chiquitita que está aquí? Bueno, tiene una película bellísima que están pasando en París sobre un pintor extraordinario que se llama Armando Reverón?. Picasso comentó: ‘¡Claro, yo lo conocí!?… Mentira, no lo conocía, pero le interesó mucho la figura de Reverón cuando le contamos un poco acerca del personaje. Me dijo: ‘Yo me tengo que ir mañana al sur de Francia?, porque él estaba haciendo cerámica en ese momento y se iba a Vallauris, el pueblo de los ceramistas. ‘Tráeme la película y yo la veo allá?. Yo le agradecí porque pensé que era un gesto más de simpatía y no le hice caso.

“A la semana me llamó el secretario, Jaime Sabartés: ‘Mire, don Pablo está esperando que vaya con la película?. Yo le dije: ‘Es que Reverón necesita un proyector de 35 mm. ¿Cómo la van a pasar en Vallauris? Entonces me respondió: ‘Usted sabe cómo es Picasso allá, basta que él diga que quiere un proyector y ahí estará. No tiene sino que decirme la fecha y yo le mando el billete de tren. El hijo de Picasso la va a buscar a la estación?. Así que me fui con mis rollos de película y ropa para tres días… Me quedé casi tres meses.”



El adiós de Françoise

“En todo el sur de Francia, en verano, hacen muchas corridas de toros. Yo creo que fue en Arles donde vimos a Dominguín, que era un torero protegido de Picasso. Françoise, su mujer, no fue en esa oportunidad y cuando nosotros regresamos el domingo en la noche, encontramos la casa oscura, cerrada. Picasso entró y salió verdaderamente consternado: ‘Françoise se fue?. Le dejó una esquela —eso está en el libro de ella? que dice: ‘No se puede vivir con un genio?. Eso le afectó muchísimo a Picasso, sobre todo por los niños. Él quería mucho a Claudio y Paloma.

“Françoise quizás creyó que él iba a salir corriendo detrás de ella, pero estaban los amigos que lo rodearon… Y toda esa bellísima época que yo pasé, que es inolvidable para mí; todo ese encanto, esa magia, se rompió, porque él quedó muy mal.”

“El músico de mis películas, Guy Bernard, vivía cerca de Picasso y era muy amigo de él, porque además hizo la música de Guernica, la película.

“Me encontré sola en ese hotelito de Vallauris. Ya no era lo mismo. Ya no venían a buscarme a las 11:00 del día. Ya no bajaba a la playa… sentí que se rompió todo. Pues le dije a Guy Bernard, que estaba allí, ‘Yo me voy a París, no tiene sentido que yo me quede aquí todo el día sentada, esperando, para ver si continuamos y terminamos la película?. Guy me dijo: ‘Ten cuidado, mira que Picasso dice las cosas una sola vez. Si te vas, no vas a terminar la película… eso es a tu riesgo?.

“Picasso desapareció. Mucho tiempo después fueron a visitarlo Pablo Neruda, Miguel Otero Silva, Luis Buñuel, que era íntimo amigo de él… Nunca más recibió a nadie. Se encerró con la nueva mujer, Jacqueline, quien se convirtió luego en su viuda. Decía que no tenía tiempo ni para entrevistas, ni para nada, sólo para pintar, y cerró la puerta de la casa.

“La cosa quedó ahí. Me causó mucha tristeza no haber terminado la cinta. El material bruto que había era preciosísimo, porque eran todos esos chispazos de Picasso. Yo creo que era una cosa única porque nadie había hecho una película así, junto a él.

“Me dije: ‘Caramba, este registro es importante, no para mi consumo personal, sino como documento. En todas esas exposiciones de Picasso la gente podría verlo corriendo en la playa, jugando, buscando cosas…?.

“Esas latas de película se quedaron en casa de Picasso. Pero él comenzó a mudarse mucho… A las pocas personas que tenían acceso yo les preguntaba por éstas...

“Manuco Otero, periodista argentino, se hizo muy amigo de quien era fotógrafo de Picasso y de Jacqueline. Tuvo acceso al pintor. Él era muy amigo mío, entonces yo le decía: ‘Manuco, pregunta dónde están las películas. Que las donen al museo si no les hacen falta… Por más que sea, esos son momentos importantes de Picasso?. Y él me prometió que le iba a preguntar a Sabartés, que todavía era su secretario.

“El tiempo pasó. Yo me metí a hacer Araya, me vine para Venezuela… Picasso murió (1973), entonces Manuco quedó más amigo que nunca de su viuda. ‘Manuco, es el momento de que le digas a Jacqueline que no es para mí. Que se lo dé a la cinemateca francesa o al Louvre?. Él me dijo: ‘No te preocupes que haré lo posible por recuperar eso?. Con la mala suerte de que Jacqueline se suicidó. Y, entonces, Manuco fue a la última casa de Picasso: ‘Ya los rollos no están y no tengo contacto con los sucesores (hijos de Jacqueline en otro matrimonio)?.

La película desapareció. Todo lo que me queda son tres fotos de aquella experiencia. Tengo la esperanza de que algún día aparecerá”.
Con un ojo en el visor

Margot Benacerraf nació en Caracas el 14 de agosto de 1926. En 1947 egresa de la primera promoción de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela. Con una obra de teatro, Creciente, obtuvo como premio una beca para estudiar teatro en la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Entre 1950 y 1952 estudia Dirección Cinematográfica en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos de París, Francia.

A propósito del 50 aniversario de los premios en Cannes para Araya, unos especialistas estadounidenses restauraron la película, la presentaron en la más reciente edición de la Berlinale y ahora tendrá una proyección en Nueva York.

Fuente

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1 comentario:

Beatriz Bilbao dijo...

Hola , soy admiradora de la gran Margot Benacerraf, he leído fascinada sus escritos sobre Picasso, muy reveladores , interesantes.. hace algunos años compuse una obra musical basada en un poema de Rafael Alberti : "LOS OJOS DE PICASSO", para grupo de cámara y cinta . Solo quería manifestar que leerla ha sido vivificante y estimulante , esos tiempos de Venezuela,tierra de posibilidades y talentos universales ...viva Margot , viva Picasso...
Beatriz Bilbao , compositora venezolana : beabil88@cantv.net /abeatrizbilbao@gmail.com