lunes, enero 23, 2006

Graciela "Chela" Miranda, una veterana de la Orquesta Juvenil

Chela fue integrante de las filas de la Orquetas Juveniles venezolanas, ahora profesional en una orquesta la Simón Bolívar, su vida es la música.


Nace en Ciudad Bolívar (Estado Bolívar-Venezuela). Mi abuelo, José Francisco Miranda, fue contemporáneo y amigo íntimo de Antonio Lauro. Me impactaba con la música que escuchaba, y me hice alumna de Lauro. Siendo adolescente, me vine a Caracas y seguí estudiando con Lauro, era un padre para mí. Luego entré en el movimiento de Orquestas Juveniles y comencé a estudiar. Me salió una beca para ir a Inglaterra y allá continué con John Duarte y Luis Zea, en la Universidad de Arte y Tecnología de Cambridge".
En el Reino Unido le exigían estudiar un instrumento melódico junto con la guitarra, "y para ello tenía dos opciones: trombón o fagot. Escogí el fagot y me enamoré de él. Saqué la licenciatura en guitarra y terminé el noveno año de fagot", relata.

Regresó al país y a los 19 años audicionó para entrar en la Juvenil de Caracas. "La guitarra ahora quedó para acompañar en las fiestas, no como profesional. Ahora mi pasión es el fagot. Allá en Inglaterra me pusieron un contrafagot en la mano por primera vez, porque se necesitaba que tocara en la Ily Cathedral, salió todo perfecto y me encantó. Pasé dos años en la Juvenil de Caracas y luego me integré a la Simón Bolívar".
Chela da clases a niños y coordina el nivel de técnico superior universitario en el Conservatorio Simón Bolívar. "Hago música de cámara y quisiera crear un cuarteto de fagot con puras mujeres. Hay mucho repertorio, incluyendo jazz, salsa; además, cualquier cosa se puede adaptar".
Para ella, el anonimato que supone tocar dentro de una orquesta es un privilegio, pues "es como hilvanar un gran tapete, como ir tejiendo: cada músico pone su hilo, es una sensación extraordinaria porque cada hilo es importante, cada quien tiene su color, su brillo, su textura, y el tapete tiene que lucir homogéneo. Por eso no cambio la orquesta por nada del mundo. Eso se lo enseño a mis alumnos, que son como mis hijos. Ahora con este impulso a la música es fácil ser músico, es accesible a todos los niños. Pero nos hace falta más voluntarios, que nos concentremos en los niños de la calle, que se expanda a todo el país y que los profesores estemos dispuestos. Yo me anoto en esa lista". _AMHG

Fuente:

http://tiempolibre.eluniversal.com/2006/01/23/til_art_23338C.shtml

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